ABRAN LA FRONTERA Y DEN LA BIENVENIDA AL PESO COLOMBIANO

Han pasado poco más de seis meses desde que Nicolás Maduro decidió, de manera abrupta, inconsulta y unilateral, el cierre de la frontera de Venezuela y Colombia. Han sido más de 180 días, durante los cuales, los puentes fronterizos que unen al territorio venezolano con el colombiano se encuentran clausurados y rodeados de alambre de púas para evitar, supuestamente, el contrabando de productos de primera necesidad, gasolina y otros derivados del petróleo.

Maduro aseguró, en agosto de 2015, que el cierre de la frontera de 2.219 kilómetros entre ambos países, serviría para impedir la fuga de alimentos y productos básicos que forman parte de la dieta del venezolano y de cientos de miles de barriles de gasolina que son llevados a territorio colombiano, donde el precio es hasta cien veces más alto.

El 28 de agosto de 2015, Maduro, afirmó que “el cierre de la frontera con Colombia en el estado Táchira busca proteger al pueblo venezolano y colombiano que hacen vida en el país, frente al paramilitarismo y el contrabando que fueron inoculados desde la nación neogranadina (…) el cierre de la frontera no es solamente por el contrabando de productos venezolanos hacia Colombia, sino de la violencia instaurada, proveniente de Colombia, en la zona fronteriza”.

Maduro dijo aquel día que decidió tomar medidas estructurales y radicales en la zona fronteriza con Colombia: “no me va a parar nada ni nadie, voy con todo. Vamos a tomar medidas estructuradas y radicales para sanar este problema de raíz». En enero de 2016, Maduro dijo que solicitaría “apoyo para que podamos, junto a los habitantes de la frontera, construir una frontera segura sin la presencia de ningún grupo militar armado de la característica que sea que venga de Colombia, ni que exista en territorio venezolano”.

Pero seis meses después de haber cerrado la frontera entre Venezuela y Colombia, ha quedado demostrado que la justificación que ofreció Maduro no solamente no tenía ninguna validez, sino que no resolvió ninguno de los problemas que aquejan a la zona fronteriza entre ambos países. Podría decirse, muy por el contrario, que la medida de cierre acrecentó los problemas que ya existían y alimentó los oscuros negocios manejados por grupos al margen de la ley.

El cierre de la frontera había sido ensayado por el gobierno de Maduro desde el 9 de agosto de 2014. En aquella ocasión, el gobierno dispuso el cierre nocturno de la frontera colombo-venezolana entre las 10:00 pm y 5:00 am, así como la prohibición del transporte de carga de 6:00 pm a 5:00 am en los municipios limítrofes con Colombia. Se buscaba con esa medida tratar de impedir el denominado contrabando de extracción de productos de primera necesidad.

Un año después, el 19 de agosto de 2015 el Gobierno venezolano decretó estado de excepción por 60 días en 5 municipios del Táchira: Bolívar, Ureña, Junín, Capacho-Libertad y Capacho-Independencia, luego de un supuesto ataque por parte de grupos al margen de la ley contra efectivos de la FANB que dejó saldo de 3 personas heridas.

El caprichoso y descabellado cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela, que como ya se sabe tiene más de 6 meses, está dejando más de 400.000 dólares diarios en pérdidas al sector comercio según lo informó el gobernador del departamento colombiano de Norte de Santander, Edgar Díaz. A eso hay que sumar unos 300 mil dólares que pierde el sector del carbón. Y otros 300 mil dólares que pierde el sector turismo. Eso quiere decir, que en 180 días, las pérdidas económicas casi llegan a los 200 millones de dólares.

Habría que preguntarse: ¿Cómo es posible que un país como Venezuela, donde escasean las divisas, el empleo y la producción, se da el  lujo de desperdiciar 200 millones de dólares que tanta falta le hacen? Hoteles, aerolíneas, tiendas y restaurantes han perdido una fortuna gracias al cierre fronterizo: se calcula que entre agosto de 2015 y febrero de 2016,  unos 50 mil turistas colombianos dejaron de ingresar a territorio venezolano por la zona fronteriza. La mayoría de ellos tenía paquetes comprados para ir a Margarita, Los Roques y la Gran Sabana. El turista que menos dinero tenía, disponía de unos 2 millones de pesos.

El gobernador Edgar Díaz dijo que el cierre de la frontera afecta diariamente a unas 100.000 personas solamente del lado colombiano. Las autoridades indicaron que el cierre impacta a unas 7.000 familias que viven de la producción de carbón. Las pérdidas, sólo en transporte y envío de carbón superan los US$300.000 diarios. Según informó el gobierno colombiano, cada día que pasa con los puentes cerrados, se dejan de mover 6.000 toneladas de carbón colombiano hacia Venezuela, que es una de las vías de exportación de este mineral.

La Cámara Colombo Venezolana de Comercio, Cavecol, informó que el comercio binacional entre ambas naciones representó años atrás 7 millardos de dólares, pero en 2014 decreció a 2 millardos de dólares  y hasta julio 2015 descendió 40%, es decir, que a duras penas alcanzó poco más de un millardo de dólares. Según Cavecol, la medida de cierre ocasionó una afectación mayor. Es posible que en 2016 ni siquiera se llegue a un millardo.

Al observar las cifras y las estadísticas, necesariamente hay que concluir que el cierre de los puentes fronterizos entre Colombia y Venezuela, fue un gran fracaso. Nicolás Maduro y José Gregorio Vielma Mora, artífices del cierre, deben admitir ante el país, 6 meses después, que botaron la bola, pusieron la torta y que lo único que consiguieron fue dejar en la pelazón y en la indigencia a centenares de miles de personas que tenían sus negocios y sus comercios lícitamente registrados y operativos en la frontera.

Los hechos demuestran que las mafias delictivas y militares, que supuestamente iban a ser erradicadas con el cierre de los puentes fronterizos, están hoy día más vivas que nunca, disfrutando el hecho de que ahora pueden dedicarse ellas solas al negocio. El contrabando de gasolina no se ha detenido (ni se va a detener) y el paso de productos de primera necesidad sigue viento en popa, ahora en camiones de Mercal y Pdval según ha quedado evidenciado en decenas de videos colgados en Facebook y en You Tube.

Sólo hay un camino: hay que abrir la frontera. Y hay que hacerlo ya. La apertura de la frontera debe ser acompañada con una medida que reactivará la economía fronteriza y que le permitirá al país el ingreso de divisas tan necesarias en estos tiempos de crisis: propongo que se permita a todos los comercios, negocios, empresas y establecimientos comerciales legalmente registrados ante las instancias competentes, que puedan recibir pesos colombianos.

En Cúcuta, Pamplona y Bucaramanga, los comerciantes colombianos siempre han recibido bolívares. Las leyes colombianas lo permiten. Lo mismo debe ocurrir del lado venezolano: todo comerciante legalmente establecido debe ser autorizado a recibir pesos colombianos. Los bancos deben ser autorizados para abrir cuentas en pesos colombianos. ¿Cómo es que podemos abrir cuentas en dólares y no podemos abrir cuentas en pesos colombianos? El país necesita divisas, y nos guste o no, el peso colombiano es hoy por hoy una moneda fuerte que muchos venezolanos también desean.

Señores Nicolás Maduro y José Vielma Mora: abran la frontera. Permitan que los comerciantes puedan vender y recibir pesos. Una medida como esa si sería verdaderamente revolucionaria.

Gustavo Azocar Alcala

cafeconazocar@gmail.com

@gustavoazocara

Tachira – Venezuela

Publicado por EL REPUBLICANO LIBERAL en 6:45

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