MASONERIA

FILOSOFIA DEL GRADO DE COMPAÑERO

Por el Q.·. H.·. Guillermo Fuchslocher,

del Or.·. de Ecuador, Valle de Quito.Resultado de imagen para FOTO DEL TEMPLO DE COMPAÑERO MASON

Para abordar este tema, en primer lugar precisaremos aspectos relacionados a la filosofía en general y la filosofía masónica en particular, los grados masónicos y el grado de compañero, como fundamentos para abordar la doctrina filosófica de éste grado y concluir con una respuesta a la pregunta del compañero masón.

1. LA FILOSOFIA

    Es conocida por todos la definición etimológica de filosofía, entendida ésta como amor a la sabiduría. Sin embargo -a decir de Ferrater Mora-, el surgimiento histórico de este sustantivo fue posterior al del verbo filosofar y al nombre de filósofo, siento Pitágoras el primero que se habría atribuido a sí mismo esta denominación, que no tuvo necesariamente el mismo significado para todos los sabios de la época. A partir de entonces, la filosofía se ha ido configurando como una búsqueda de la sabiduria utilizando un método racional especulativo.

    Por ésto y en mi criterio, la mejor forma de emprender los estudios filosóficos es partiendo de la acción inicial que dio origen al término, es decir ejerciendo la acción de filosofar. Y filosofar, en términos simples, no es otra cosa que «pensar la vida», pensar sobre la vida, en aplicación del aformismo latino «soy humano y por tanto todo lo humano me debe ser conocido», a lo que podríamos añadir que ese conocimiento debe lográrselo mediante la investigación y la reflexión, para que tenga carácter filosófico.

2. LA FILOSOFIA MASONICA

La masonería es una escuela filosófica desde dos puntos de vista distintos, pero no contrapuestos.
Por una parte es escuela filosófica, en cuanto ha recogido un conjunto de principios y doctrinas humanistas, desarrolladas por sus miembros al interior de sus talleres, o acogidas de los más distintos orígenes, habiéndolas hecho suyas, para integrarlas en un sistema armónico.

Por otra parte, es una escuela de filosofar, en la que cada uno de sus integrantes, ejerciendo su libertad y utilizando su razón, trata de dar respuesta a las grandes preocupaciones de la existencia, vista ésta desde tres perspectivas graduales y complementarias: pasado, presente y futuro.
Es justamente éste el punto de partida para el desglose del estudio filosófico masónico en tres grandes capítulos, correspondientes cada uno de ellos a cada uno de sus grados simbólicos. A los miembros del primer grado les corresponde contestar la pregunta ¿de dónde venimos? A los del segundo, ¿quiénes somos? Y a los del tercero ¿a dónde vamos?

3. LOS GRADOS MASONICOS

Los grados universalmente aceptados por la generalidad de ritos masónicos son los de aprendiz, compañero y maestro, llamados simbólicos por basar sus enseñanzas en la interpretación simbólica de las herramientas de la albañilería tradicional, dado que la masonería moderna es heredera y continuadora de la masonería operativa, es decir de los constructores medievales, que utilizaban sus utensilios de trabajo no solo para ayudarse en su labor, sino con sentido alegórico de principios morales.

No existe acuerdo entre los autores masónicos respecto del origen e inicial desenvolvimiento de estos grados simbólicos.

Así, para el Rito Primitivo, «Los gremios y en general las asociaciones profesionales no tenían grados propiamente dichos. Hacían distinción entre aprendiz, compañero y maestro, maestro perfecto, inspector, etc., pero a base de la mayor o menor capacidad para desempeñar el trabajo del oficio o de la profesión. En su organización interior, como asociaciones libres, eran democráticos. Sus componentes tenían voz y voto en las discusiones y resoluciones de los asuntos del gremio y elegían a sus dirigentes por un período determinado …» (Charles Pompier, ¿Qué es la Francmasonería Primitiva?. Traducción del francés por S. Bradt y J. Labrador. Supremo Consejo del Rito Primitivo.)

Por su parte, otros autores sostienen que antes del siglo XVIII solo existía un sistema de dos grados, lo que contrasta con la afirmación de Robert Ambelain de que una de las acusaciones que recibió Anderson fue la de haber alterado el sistema antiguo al «reducir» a dos (aprendiz y compañero) los antiguos grados de la francmasonería operativa, que tenía siete». (Robert Ambelain. El Secrerto Masónico. La ruptura de la tradición.)

Con posterioridad, hacia 1730, se habría añadido un tercer grado a los dos existentes en la masonería especulativa de la época, grado contra el que, según el propio Ambelain «se elevaron de inmediato numerosas protestas de masones tradicionalistas».

Según el Q.·. H.·. Romeo Coronado, del Or.·. de Panamá, «Para hacer el sistema de tres grados, el primer grado que estaba basado en las dos columnas del templo, fue básicamente dividido en dos grados y el grado de compañero vino a ser el tercer grado, al cual se adicionó la leyenda hirámica. Simultáneamente se hicieron cambios graduales a la forma de catecismo y a las largas disertaciones, a una forma más fácil de manejar el ritual, lo cual es la base de lo que actualmente se practica». («La Letra G», por el Q.·. H.·. Romeo Coronado G., Logia Cosmopolita Nº 2 del Or.·. de Panamá. Enviado a la Lista Encuentro Latinoamericano. 1998.)

4. EL GRADO DE COMPAÑERO

Según el Q.·. H.·. Christophe Sarrazy, del Or.·. del Perú, «… la palabra «Compañero» viene del latín popular «companio», o sea de «cum» (con) y de «panis» (el pan). El compañero es entonces quien comparte el pan, la misma comida terrestre o espiritual, el que comparte el mismo camino de vida, el que acompaña en la ruta. Ya no se trata entonces de trabajar solo en nuestro propio perfeccionamiento, tenemos que aprender a ser verdaderos compañeros de ruta de nuestras HH.·. y HH.·. y tomar conciencia de los intereses generales de la Or.·.» («El ser C.·. F.·. M.·.» por el Q.·. H.·. Christophe Sarrazy, del Or.·. del Perú. En El Heraldo Masónico Nº 7, de enero de 1999.)

Aparentemente, en tiempos operativos, e incluso en la primera etapa formativa de la masonería moderna, el compañero fue el masón por antonomasia, que se había formado luego de un largo e intenso aprendizaje de 5 a 7 años y había llegado a ejercer los derechos y deberes del pueblo masónico. Así, desde 1717 y al menos durante tres lustros, los vigilantes de logia habrían sido compañeros, en sustitución de dos de los antiguos tres maestros que habrían gobernado las logias de los tiempos operativos. (Ambelain, El Secreto Masónico).

El grado de compañero en el Rito Francés Moderno.

En el Rito Francés Moderno, el compañero cuenta con un símbolo que lo define e identifica, la «estrella flamígera», pues ella «evoca al hombre, con todas sus facetas y potencialidades» … «Al ser humano con sus extremidades, al ser humano completo» y «muestra la ruta al ascenso espiritual y al perfeccionamiento humano», a decir del ritual del grado. Pero este símbolo también define la mentalidad del compañero masón del Rito Francés Moderno, pues para este rito, la estrella flamígera también «representa el pensamiento liberado de prejuicios y supersticiones». (Ritual de Compañero Masón del Rito Francés, en uso por la R.·. L.·. S.·. Eugenio Espejo Nº 9, del Valle de Quito, Or.·. de Ecuador).

Pero el de compañero es un grado de estudio, como lo demuestran sus miembros cuando afirman que «conocen la letra G», representativa, en el Rito Francés Moderno, de generación, gravitación, geometría, genio y gnosis, es decir de principios de la ciencia, la inteligencia y el conocimiento, desvinculados de consideraciones religiosas, principios que están representados por la columna «J», que en este rito es roja, está ubicada en el sur, corresponde al sol y significa «razón».

Pero el cometido de conocimientos de este grado también está representado por los viajes simbólicos de la ceremonia de adelanto, ya que «ellos representan los trabajos y estudios que comprende el grado de compañero».

Por último, el grado de compañero en el Rito Francés Moderno es «el de la glorificación del trabajo, sin el cual los hombres y la existencia misma dejarían de ser, corrompidos por la ociosidad, despojados poco a poco de su orden, de sus beneficios y de sus medios de renovación».

El grado de compañero en el Rito Francés Antiguo o Primitivo.

Por su parte, el grado de compañero en el Rito Francés Antiguo o Primitivo, es un grado de capacitación, que tiene por objetivo «distinguir claramente la científico de lo seudocientífico, místico y dogmático, a la vez que observar y comprender la influencia de estas corrientes en la marcha del progreso humano». (Ramón Espadas y Aguilar. Historia General de la Francmasonería Progresista Universal. Su Filosofía. Mérida, Editorial del Supremo Consejo del Rito Primitivo, s. a., pág. 105.)

Esto porque, para este rito, la actitud masónica se caracteriza por la tolerancia, el abandono de todo tipo de fanatismo y la capacidad de formular nuevas concepciones acordes con las nuevas y cambiantes circunstancias, actitud que, en el grado de compañero, pretende desarrollar la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso, desde un posicionamiento absolutamente realista.

Para el rito francés primitivo, los estudios del grado de compañero se desarrollan en dos años y comprenden la historia de la ciencia, de las religiones, mitos y leyendas, la antropología física y la teoría de la evolución, fundamentadas en el simbolismo del grado, las teorías del conocimiento y del saber y la sociología del conocimiento, todo ello para desarrollar su concepto del método científico y del origen del hombre y del mundo.
5. DOCTRINA FILOSOFICA DE SEGUNDO GRADO.

La doctrina filosófica del grado de compañero está contenida fundamentalmente en sus elementos simbólicos, cuya interpretación ha sido transmitida por la tradición iniciática masónica.

Así, los fines tradicionales del segundo grado podemos encontrarlos estudiando el Cuadro Modelo del Templo y sus medios se desprenden del análisis de las herramientas del grado.

Pero el sujeto que asume esos fines y medios, bajo el nombre de compañero engloba a un sujeto colectivo, cuya determinación la encontramos al contestar a la pregunta ¿quiénes somos?

El Cuadro Modelo del Templo.

Desde la perspectiva dle simbolismo constructor podemos considerar al Cuadro Modelo del Templo, símbolo conservado por el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, como el plano o maqueta simbólica del templo social que corresponde construir a los masones.

Pero si bien el Cuadro Modelo del Templo cobra sentido en el marco del simbolismo constructor, también cabe la siguiente interpretación:

El Cuadro Modelo es un programa de vida en que se nos describe el camino del francmasón que, pasando del mundo profano al mundo masónico (cordón) toma consciencia de las dualidades de la vida, se eleva con respecto a ellas con la ayuda de las tres luces de su Logia (tres gradas), desarrolla sus conocimientos (cinco columnas) y sus cualidades (cinco gradas), efectúa sus viajes y años de estudio (siete gradas) y se encuentra entre columnas, listo a cruzarlas si está lo suficientemente preparado y es lo suficientemente virtuoso, tiene la necesaria fuerza y perseverancia y ha logrado el equilibrio en su actuar respecto a las realidades y los ideales (basas, fustes, esferas). Traspasar las columnas es cumplir el programa del segundo grado, traspasar la puerta es dar el primer paso del ejercicio de la maestría, entender al templo como una escuela y entrar a ella para enseñar lo aprendido.

Esta interpretación se vincula con las palabras del H.·. Emilio Castell Blanch sobre el grado de compañero, al decir que «su objetivo es el conocimiento de los deberes del hombre para consigo mismo y sus semejantes» y que «En su desarrollo colabora con los Maestros en el trazado de los planos del Templo». Y creemos que, por sobre todo, lo construye.

(Tomado de la plancha «El Cuadro Modelo del Templo» de Guillermo Fuchslocher)
Las herramientas del grado.

Si el Cuadro Modelo del Templo, como plano simbólico de la obra social a construir, plantea la finalidad del segundo grado, sus herramientas constituyen los medios a emplear para cumplir esta finalidad.

Recordemos que, en el Rito Francés Moderno, las herramientas le son entregadas al compañero durante los viajes de la ceremonia de adelanto, en los cuales, además, se le presentan a su consideración, determinados cometidos de estudio.

De acuerdo con el ritual del grado, éstos son los viajes, herramientas y cometido de estudio, relacionados entre sí:

Primer viaje: mazo y cincel, relacionados con los sentidos.

Segundo viaje: escuadra y compás, relacionados con el arte.

Tercer viaje: regla y palanca, relacionadas con la ciencia.

Cuarto viaje: nivel y plomada, relacionados con la humanidad.

Quinto viaje: llana, relacionada con la glorificación del trabajo.

Con el mazo y cincel se pretende «persistir en el desbastamiento de la piedra en bruto», con el fin de «preparar los elementos para el levantamiento del edificio». Para el efecto deben ejercitarse y educarse los sentidos con el fin de mejorar las facultades intelectuales y morales y así avanzar en el camino de perfeccionarmiento.

La escuadra sirve para verificar que la piedra esté debidamente tallada, mientras que el compás permite descubrir progresivamente el mundo a partir de un centro. El trabajo conjunto de escuadra y compás facilita el logro de diversidad de figuras geométricas, para aguzar las facultades de imaginar, proyectar y realizar. A su vez, el uso de éstos instrumentos con una perspectiva artística, permite concebir la forma del templo.

La regla graduada sirve para trazar los planos del templo, verificando que cada elemento ocupe el lugar correcto dentro del todo. «La palanca multiplica la fuerza y permite poner en movimiento los pesos y bloques más grandes a condición de un punto de apoyo adecuado.», por lo que constituye un símbolo de la reflexión y de la voluntad para llevar a término un obra, así como de la fuerza y eficiencia con miras a conseguir un objetivo. Pero todo esto supone un conocimiento científico de las cosas, con el fin de utilizar la regla y la palanca para mover y colocar cada elemento que constituirá la estructura del templo.

La plomada y el nivel, representativas, respectivamente, de la verticalidad y la horizontalidad, se complementan para comprobar la calidad del trabajo de la construcción, tanto al nivel de unas bases perfectamente planas, como de unos muros que cumplan con una perfecta verticalidad, para que el edificio masónico se asiente debidamente en el conjunto de la humanidad, para el beneficio de ésta.

La llana, atributo del constructor, sirve para unificar los elementos y pulir las diferencias, con el fin de pulir, afinar y enlucir el edificio, como una glorificación al trabajo, teniendo en cuenta que el propósito de unión y de supresión de las desigualdades, no solo es aplicable a la construcción material sino a la construcción social, sobre la base del trabajo, que mejora al hombre y a la sociedad.

Cabe resaltar que las herramientas, entendidas como medios para cumplir con la finalidad del grado, de construir una edificación social, van cumpliendo etapas progresivas que van desde la preparación de los materiales, la verificación del debido escuadramiento de las piedras y de la ubicación del entorno de la edificación y de los materiales dentro de ésta, así como su debida colocación, para luego comprobar la horizontalidad y verticalidad de la construcción y concluir con el enlucido final.

Pero también se da un proceso interior y gradual dentro del constructor, razón por la que el Venerable Maestro afirma: «Para ser recibidos compañeros, ustedes deben pasar de la Columna «J» a la Columna «B», es decir, de la claridad lunar a la claridad solar, de la plomada al nivel, del estado de la piedra en bruto al de la piedra cúbica piramidal, del estudio al conocimiento. Después de descubrir su propio ser interior, ustedes avanzarán por etapas hacia el descubrimiento de los otros seres, utilizando para ello las nuevas herramientas simbólicas.»

6. QUE SOMOS.

La respuesta a esta pregunta filosófica debe hacérsela haciendo uso de nuestra racionalidad y en ejercicio de la libertad, pero sin embargo, la masonería nos facilita algunas pistas para ayudarnos en éste cometido. Ellas son, fundamentalmente, la simbología y la numerología del grado.
Pero debemos resaltar que la pregunta se la hace en plural, ya que el sujeto de la pregunta tiene carácter colectivo.

Además, preguntarse quiénes somos implica también el preguntarse «qué hacemos», no solo a manera de una búsqueda de conocimientos, sino también de cuestionamiento. Es por esto que la contestación a la pregunta del grado, cuando llegamos al cuestionamiento de nuestro accionar, nos coloca al borde de las definiciones de un deber ser, al borde del planteamiento de hacia dónde vamos, es decir a las puertas de la maestría.

Perspectiva simbólica

Para saber quiénes somos, ya señalamos anteriormente que hay un símbolo que nos identifica, la estrella flamígera.

Según el ritual de compañero del Rito Francés Moderno, «Este astro, por sus cinco puntas, evoca al ser humano con sus extremidades, al ser humano completo. …». En efecto, la punta superior de la estrella flamígera representa la cabeza y sus otras cuatro puntas a las extremidades, mostrando a un ser humano en actitud de entrega, lo que se halla ratificado por su carácter flamígero, simbolizado por llamas que dan calor.

Por esto, en la Instrucción del segundo grado del Rito Francés Moderno, cuando se habla de la estrella flamígera, se dice: «Ella indica que el iniciado del segundo grado está destinado a convertirse en una suerte de foco ardiente, fuente de calor y de luz, de comprensión y de propagación. Iluminado por su inteligencia y su corazón, unido en la investigación de la verdad, en la práctica del altruismo y de la bondad, debe entregarse sin reservas. Guiado por el conocimiento, desarrollado sobre si mismo, sobre los otros y sobre la cosas, llega a la mejor cultura de sí mismo, de los otros y de las cosas, esforzándose por introducir en todo lugar el desarrollo del orden justo; logra, poniendo lo mejor de sí, la armonía perfecta del hombre consigo mismo, al mismo tiempo que la armonía de las cosas exteriores con las ideas necesarias para organizarlas.»

De este texto cabe resaltar, por una parte, la actitud de entrega sin reservas y de propagación de luz y calor. Por otra parte, la finalidad de esa actitud, que es el desarrollo del orden justo, basándose en la armonía del hombre con sí mismo y de las cosas con las ideas para organizarlas. Y por último, el medio utilizado para este propósito, que no es otro que el conocimiento.

Es este conocimiento el que está simbolizado por la letra G, que se encuentra al interior de la estrella flamígera, conforme nos señala el ritual: «… contiene en su centro la letra «G», que es el monograma de cinco palabras fundamentales: Gravitación, Geometría, Generación, Genio y Gnosis». «La Gravitación asocia el movimiento de la materia y de la energía». «La Geometría es la ciencia que estudia el espacio y las estructuras.» «La Generación asocia la evolución de la vida con la historia de la humanidad.» «El Genio asocia la inteligencia al ser humano y su destino». «La Gnosis está asociada al conocimiento».

Por tanto, no es un conocimiento cualquiera, sino un conocimiento básicamente científico, vinculado a la vivencia del ser humano en sociedad. Pero esta simbología del conocimiento, característica del grado de compañero, a su vez se relaciona con otro símbolo, la Piedra Cúbica Piramidal, que es la que señala o complementa el cometido de estudio y perfeccionamiento del grado de compañero.

Perspectiva numerológica

En primer grado tenemos 3 años, en segundo 5 y en tercero 7 Y MAS. Esto tiene relación con los números simbólicos de cada grado que, dependiendo de los ritos y rituales, son asumidos en mayor o menor medida como base de otros símbolos, como la batería o la marcha.

Al primer grado unos autores le asignan los tres primeros números y otros incluyen también el número 4. Al segundo del 4 al 6 y al tercero del 7 en adelante.

Por tanto, debemos remitirnos a la numerología, lo cual se nos facilita si la interpretamos en relación con la pregunta de cada grado:

  ¿De donde venimos?

Del uno, que simboliza el Todo (para los creyentes puede ser su particular divinidad, para los no creyentes la materia y energía).

Del dos, que representa la manifestación del uno en las dualidades (frío y calor, luz y ausencia de luz: blanco y negro, etc.); venimos de la dualidad hombre mujer, de nuestros padres.

Del tres, aquel producto en que se funden, complementan y armonizan las dualidades; en el caso de la dualidad hombre mujer, del hijo, es decir de nosotros en cuanto lo que fuimos, es decir del profano.

¿Qué somos?

El cuatro, es decir el hombre que ha salido de la des-orientación en que estaba sumido por las tinieblas y que ya se ha orientado (encontrado su oriente, lugar de donde viene la luz) por los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos de los antiguos: aire, fuego, cielo y tierra, etc., es decir el recién iniciado, el aprendiz masón que siempre seremos.

Pero también somos el cinco, es decir aquel iniciado que extendiendo sus extremidades en forma de X forma junto con su cabeza una simbólica estrella de cinco puntas, que incluso desprende llamas, con lo que toma su carácter de flamígera: se trata del iniciado en posición de entrega hacia los demás y el mundo, que comprende el llamado a la trascendencia con el fuego de su amor, es decir se trata del compañero masón.

Pero esa entrega y trascendencia no es ciega y sin rumbo, por lo que, si bien al compañero no le corresponde definir los destinos de la orden, sí le corresponde conocer en qué consiste el trabajo de los maestros y los resultados de su labor, es decir sí le corresponde, como obrero constructor, conocer los planos del edificio, que no consisten en otra cosa que en la definición del a dónde vamos.

¿A dónde vamos?

Los maestros podrían responderse:

Al seis, es decir al equilibrio que otorga la maestría, representado por dos triángulos equiláteros en posición inversa uno de otro y que forman el sello de Salomón o Estrella de David, que también pueden representar la íntima vinculación entre el ying y el yang y la superación de los opuestos. (Este es uno de los varios símbolos donde encuentro la necesaria complementariedad entre hombre y mujer, por lo que concluyo que no se justifica la exclusión de la mujer de los trabajos masónicos).

Al siete, que viene a ser el CENTRO del símbolo anterior, donde se encuentra el equilibrio trascendente, a partir del cual se encuentran todos los demás números y tareas del maestro masón, representados en el número ocho, símbolo de la construcción de los templarios, que también ha sido identificado como número simbólico de la perfección (este es el «y más» de nuestra edad y el salto final de la marcha del maestro, que más que una realidad es un anhelo, por lo que no es un paso.

Indudablemente podemos componer núcleos de tres, cinco y siete elementos que coincidan con los números simbólicos y la filosofía del respectivo grado, para luego cantarlos durante la marcha, pero esas pueden resultar convenciones inexactas, como cuando en ciertos rituales de segundo grado se mencionan solo cinco filósofos, cinco estilos artísticos y cinco sentidos.

Lo importante es la compenetración con la filosofía, sentido y propósito de cada grado y de la Orden en general, para que como consecuencia de la comprensión venga la acción, es decir que de la teoría surja la praxis y producto de ello tengamos la ansiada trascendencia masónica, individual y grupal, gradual y progresiva.

Valle de Quito, 9 de diciembre de 1999, e.·. v

http://www.granlogiacentral.8m.com/elementos.htm

Imagenes de https://www.google.com/search?

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