EL SOL Y LAS RELIGIONES

Dr. Pedro J. Ramírez Perdomo

Abogado, miembro de Rotary y socio de PROPAZ

Venezuela

Resultado de imagen para FOTOS DE LA ADORACION AL SOL¿EL SOL, ha tenido influencia en las religiones del mundo? Debe haber sido pasmosa la experiencia del humano primitivo, ignorante e inocente, al ver recorrer el Sol en el cielo desde la alborada al ocaso y la aparición de tantos puntos brillantes al iniciar la noche. ¿Qué impresión le habrá causado el contraste de la luz y la oscuridad pavorosa? ¿Miedo o angustia? ¿Alegría o placer? Es de dudar la indiferencia ante ese fenómeno, seguramente generador de terror. ¿Y que habrá pensado? Si es que tenía la capacidad de hacerlo. ¿Ese personaje antiguo habrá sido movido por sus instintos, por sus pasiones, por sus dudas y temores? ¿Qué sentimiento le pudo haber generado? Confieso mi ignorancia y la incertidumbre en afirmar hechos narrados en mitos y leyendas.

Tal vez tuvo la certeza que detrás había un poderoso e inteligente ser que encendía y apagaba una lámpara, que recorría el firmamento día tras día. Pero, ¿Tendría conciencia de los días? ¿Y la luna, que crecía, decrecía, y desaparecía? Quizá la reverenció y se arrodilló ante ella. Es probable que en esa antigua era, nadie se detuviese a observar ni a pensar nada, como lo hace un niño, para quien el día y la noche son normales; hasta que alguien comenzó a interrogarse.

¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que se descubrió que la tierra no está sostenida por elefantes o tortugas y que está flotando en el espacio, girando con precisión alrededor del Sol y este a su vez a una velocidad pasmosa volando con los planetas? Todo eso es increíble. ¿Y cuántos esfuerzos, estudios, ensayos y descubrimientos, para llegar a lo poco que aun hoy se sabe? Hay quienes dicen que el Sol es fuente de vida. Que sin él la vida sería imposible. Que otorga vitalidad a la vegetación y a todo lo viviente, además del calor en equilibrio, tanto que si fuese mayor, podría acabar con ella y se fuese menor también.

Cuando se descubrió el carbón, se dijo que el Sol era un carbón gigante, tan grande que no terminaba de quemarse y así sería por mucho tiempo. Cuando se descubrió la energía nuclear, se dedujo que era una masa compuesta de un número inmenso de bombas atómicas estallando consecutivamente, y que así ha sido y sería por muchos millones de años. Hoy se dice que el Sol es una masa de radiaciones electromagnéticas. Luego se dirá otra cosa, cuando la ciencia presente nuevos descubrimientos.

Hay quienes sostienen que para comprender la influencia que ese astro rey ha ejercido en nuestro planeta, así como en los demás del sistema, se necesita crear una apertura mental, para que la imaginación capte las diferentes posiciones que se tiene frente a esa maravilla de la naturaleza, que aun hoy no se comprende bien. Quienes afirman que el Sol es el centro de una fuerza gravitacional grandiosa o un centro electromagnético, sosteniendo en su esfera de influencia a nueve planetas alejados entre sí, sustentan que hay un equilibrio extraordinario, que mientras estos más cerca están de ese centro, su velocidad es mayor, y menor la de los más alejados, pues de lo contrario sucumbirían ante él o se perderían en el espacio. ¿Y la luna, ejerciendo una notable influencia en las mareas?

Ahora, ¿qué poder tan grande los hace girar en un movimiento perpetuo? ¿Quién está detrás de esa maquinaria, dándole el impulso necesario para que no se detenga? ¿Y quién detrás del Sol, dándole esa potencia para que a su vez gire alrededor de otro Sol mayor?

Cuando niños, veíamos que todo era tan normal; que las cosas sucedían porque sí. La luz, el agua, la comida, nos llegaba porque sí. No nos deteníamos a pensar cómo sucedía. Que difícil era pensar que detrás del agua de la casa, había personas laborando en las tuberías que la conducen; en la instalación de los cables que transportan la electricidad para encender una bombilla; en la siembra y la cosecha de las frutas o verduras que comíamos; en la vaca que nos daba leche; en el gobierno que laboraba para que la sociedad prosperara, se educara, mejorara. Todo era tan natural, que no necesitábamos ninguna explicación.

Hoy la humanidad sigue en su mayoría en ese nivel de niño. Si llueve, es natural que llueva, si hace mucho frío hay que arroparse, si sale el Sol y se oculta, es normal. Todo es natural en un mecanismo permanente y automático; y ¿para que indagar? Y quienes a su vez afirman que todo es producto de una mera casualidad, un fenómeno con leyes que en algún momento se conocerán y darán la capacidad para vencerlas y también de torcerlas, en la certeza que de esa manera la mejorarán. Pero, hay otros quienes han afirmado: miren, un momento, no seamos como niños, detrás de todos esos fenómenos existen seres inteligentes y poderosos quienes lo dirigen.

¿Sí?, ja, ja. Eso es motivo de risillas escondidas. ¿Cómo pensar en esas ridiculeces si somos los únicos de la creación? ¡En definitiva, somos lo máximo! Esa particular creencia también produce las mismas risillas en otros. Que pretencioso es el ser humano para creer que es el único de la creación, cuando la vida es la regla y su ausencia, es la excepción. Si hay vida inteligente fuera del planeta, seguramente esos seres han concluido que en la tierra no hay vida inteligente. No, mi amigo, a mí que me demuestren que existe vida en otra parte o en otro nivel, porque hay que ver para creer. Lo mismo dijeron cuando alguien afirmó que en el agua y en el aire había microbios que no se podían ver a simple vista, y lo tildaron de loco.

Muchas religiones le han atribuido a un DIOS único y poderoso la creación, sus leyes y fenómenos; y seguramente, toda la humanidad tenga esa intima certeza.

Algunos científicos dicen que la creación surgió de la explosión de un punto infinitesimal que produjo el big bang, y luego una sopa primordial y caótica que se fue ordenando mediante la evolución selectiva, en un universo en expansión.

Hay quienes afirman que en un principio, antes de la manifestación, antes que existiese el tiempo y el espacio, una mente preexistente encendió un punto, tal vez un Sol, y como no existía el espacio, ese Sol tuvo que manifestarse en todas partes, y allí comenzó también el tiempo. Así se dijo, es “el centro en todas partes y la circunferencia en ninguna”. Hubo quienes dedujeron que el Sol, como fuerza de la naturaleza, era la expresión de una voluntad mayor y si el Sol dejase de girar, si los planetas se paralizasen, si todo dejara de moverse, el universo se desintegraría. Por ello algunos en la antigüedad dedujeron entre unas de sus leyes, que el movimiento era una ley universal. Que todo se movía, que todo vibra, el movimiento es una ley permanente e indetenible. Descubrieron además que había una estrecha relación entre lo grande y lo pequeño, ya que así como el Sol era un centro con sus planetas girando a su alrededor; la materia estaba formada a su vez por partículas diminutas que giraban alrededor de un centro en una danza indetenible. Lo llamaron átomos, como aquellos elementos que no podían ser divididos, se dice que formados por partículas menores, que giran a enormes velocidades. Su núcleo a semejanza del Sol, con electrones orbitando a su alrededor y el núcleo a su vez formado por partículas que también giran alrededor de otro centro, en permanente movimiento. Hoy han logrado descubrir partículas a su vez más pequeñas, en continuo vaivén.

Supuestamente el Sol, tiene la capacidad de emitir un gran número de partículas, eléctricas, magnéticas, radiaciones de luz de diferentes frecuencias, que se captan al llegar a la tierra. En nuestra atmósfera son convertidas en luz de múltiples longitudes, cuya descomposición permite observar lo que está al frente, así como la belleza de las nubes, del arco iris, las cambiantes auroras de los polos, con su multiplicidad de colores.

Quienes afirman que la luz es inteligencia, deducen que si el Sol es luz, es también inteligencia. Que su poder de atracción, su capacidad gravitatoria, como fuerza representa la voluntad, y como atracción el amor.

Quizás por eso le dieron al Sol y a cada astro una cualidad, una conciencia y los fenómenos en la atmosfera, la consecuencia de ese poder, para bien o para mal. ¿Habría detrás una conciencia que ejercía ese poder? Quizá de allí surgió, la creencia de que el Sol, los planetas y los demás astros ejercen su influencia en la tierra, en la conducta humana, en sus pensamientos, en sus decisiones y en el destino. Hay quienes lo afirman y quienes lo niegan también.

Pero por la creencia que todo estaba creado con un mismo patrón, como procedente de una mente única, dedujeron que todo era mental, de manera que aun el Sol, era la consecuencia de una representación mental. Y seguramente, ese pensamiento afectó a muchas humanidades, en diversas eras y así le rindieron ofrendas, pleitesía y honores, hasta que hubo perversiones y distorsiones, y se hicieron sacrificios de seres vivientes en la creencia que los dioses así se complacían. Luego quienes viviendo tanto horror, con su genialidad, trajeron a la civilización normas de conductas superiores, digamos como los diez mandamientos, como el de “no matar”, hubo quienes lo siguieron con una conducta recta y quiénes no; quienes se centraron en su propio yo, sintiéndose como un Sol y quienes se centraron en su movimiento cambiante, con sus altas y sus bajas, sus penas y dolencias.

Todo ello nos podría llevar a concluir; que cada quien como ser único que es, tiene sus creencias, sus propios pensamientos y sentimientos, su propia religión, unos ven en cualquier parte de la creación un motivo de belleza y de alegría, ven en el Sol, la existencia de una conciencia mayor, y a otros, todo eso les resbala, no les dan ninguna importancia, pues solo los mueve lo que pueden ver y tocar, tienen sus pies muy bien plantados en la tierra, cuando otros afirman que es muy grato tener los pies sobre la tierra, pero en el cielo la cabeza y el corazón.

Ciertamente el Sol ha influido en el sentimiento religioso de muchas civilizaciones, como lo demuestran la egipcia, la maya, la azteca, la inca; sintiéndolo como un centro vital.

Para finalizar, es bueno recordar lo escrito en algún libro, la anécdota del discípulo que le pregunta al maestro si podía ver a Dios, a lo que el maestro le comenta que se requiere de mucha disciplina. Ante su insistencia, el maestro le pide que se encuentren al día siguiente al medio día, en el patio del convento; lo que acepta con entusiasmo. Ese día en dicho patio, el maestro interroga a su discípulo si está dispuesto a ver a Dios y éste se lo afirma. Entonces, abre bien tus ojos y mira al Sol, a lo que el discípulo alarmado le responde, ¿Cómo maestro? ¿Tú quieres que yo vea al Sol?, voy a quedarme ciego. Y este le dice: si no puedes ver una pequeña de sus obras, ¿cómo pretendes verlo a él?

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