Angélica Mora. Apuntes de una Periodista/Nueva York
Los gobiernos e instituciones internacionales han comenzado a abrir los ojos frente al terrible drama venezolano.
Uno a uno, los presidentes y representantes de organismos regionales están saliendo de la modorra y han comenzado a tomar conciencia frente a la crisis de la nación bolivariana, aunque bastante tarde para darle una salida rápida a la tragedia.
El conflicto venezolano es complejo y contiene múltiples aristas, que se han multiplicado como cabezas de medusa.
Autodeterminación
Siempre presente está el escollo de la no Injerencia en los Asuntos Internos de las naciones, que es un fuerte «detente» ante los propósitos de solución urgente de la crisis.
El no intervencionismo es la doctrina en política exterior que indica la obligación de los Estados de abstenerse o intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación.
El principio fue adoptado por los mismos gobiernos democráticos ante el temor de ser derrocados.
El derecho de los pueblos a la libre determinación tiene un lugar privilegiado en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en los dos Pactos Internacionales de Derechos Humanos de 1966.
Se deriva de un principio del derecho internacional público, el principio de no intervención que establece la independencia de las naciones y el derecho de autodeterminación de los pueblos.
Este principio de no intervención prácticamente equivale al de no injerencia en los asuntos internos de otro país.
El no intervencionismo es una política sólo en el gobierno, por lo que no excluye la intervención no gubernamental de organizaciones como la ONU, OEA o Amnistía Internacional.
Salida
Los pactos internacionales de derechos humanos consagran en los mismos términos el derecho de los pueblos a la autodeterminación.
Si partimos de la definición jurídica internacional de autodeterminación como «el derecho de los pueblos a la soberanía sobre las riquezas y los recursos naturales de los territorios que habitan» hay una salida para el drama venezolano.
Se podría afirmar que el pueblo venezolano tiene el derecho a rebelarse ante el despilfarro del que ha sido objeto desde hace 16 años, al iniciarse el período presidencial de Hugo Chávez y que ha llegado al drama que hoy vive Venezuela bajo la presidencia del inepto y corrupto Nicolás Maduro.
En virtud de este derecho todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales. Y en ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia.
Señalan los abogados españoles Pastora Filigrana García y Luis de los Santos Castillo que la jurisprudencia internacional reconoce el derecho a la autodeterminación con una vertiente política y otra económica. Señalan, eso sí, que «la económica es prioritaria, es decir, que la soberanía de los recursos naturales es prioritaria para que pueda existir este derecho».
Los militares
El pueblo venezolano es quien tiene la respuesta. Pese a estar agotado y hambriento, debe tomar las riendas de su destino. Al mismo tiempo, la oposición debe asumir de nuevo su papel de conducción contra el gobierno chavista.
Pero, quienes finalmente tienen la última palabra son las fuerzas armadas, pese a que la plana mayor se haya comprometida con la tiranía.
Mientras los militares venezolanos no se sacudan el yugo y derroquen al régimen, seguirán cargando el terrible drama que vive hoy la patria de Bolívar.
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