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Existen gran cantidad de mitos respecto al combate medieval, especialmente en torno a las espadas. No es de extrañar que éstas sean las armas más idealizadas, ya que son las que más fama han tenido siempre a lo largo de toda la historia. La explicación la podemos encontrar en el hecho de que la espada es el primer arma creada específicamente para la guerra. Un hacha sirve para matar, pero su principal función es cortar madera; un martillo para construir; un arco y una lanza para cazar. La espada es un arma diseñada específicamente para luchar contra otros seres humanos, por lo que su imagen ha quedado indisolublemente ligada a héroes y guerreros. Esta fascinación sobre las espadas ha generado una amplia mitología alrededor de estas armas. Durandarte, Gram, Tizona o Excalibur son sólo algunas de las armas míticas ligadas a la figura del héroe.

Sin embargo, la idealización produce gran cantidad de mitos que mezclan realidad y ficción y producen desconocimiento sobre la realidad militar de la Edad Media. Con este artículo quiero desmontar algunas falsas verdades sobre el combate medieval, que el cine de Hollywood ha fomentado en gran medida. Para ello veremos no sólo las películas históricas, sino también de fantasía medieval, ya que si bien no pretenden ser históricas sí que contribuyen a la generalización y perpetuación de estos mitos.

Aviso: este artículo puede contener divagaciones en las que el autor salte de época, medio e incluso género, ya que los mitos sobre el combate son algo generalizado.

  1. El peso de las espadas

Probablemente el mito más extendido. La creencia generalizada es que las espadas medievales eran tremendamente pesadas. De 10 kilos. Mínimo. Mi padre me dijo que la famosa espada del Cid, Tizona, pesaba 20 kilos. Y he llegado a leer que la espada de William Wallace pesaba 30 kilos. Este dato está relacionado con el poderío de los guerreros que las portaban, capaces de luchar eficientemente con una herramienta que muchos de nosotros apenas si podríamos levantar.

Pero es rotundamente falso. Las espadas medievales eran sorprendentemente livianas, su peso oscilaba entre 900 y 1200 gramos y raramente superaban los 1500. Las longsword, espadas a dos manos, podían pesar entre 1200 y 1800 gramos. Puede parecer poco, pero hay que tener en cuenta dos cosas: la primera es que pretender mantener un combate prolongado con una espada de diez o más kilos es un despropósito; la segunda que para que una espada pese tanto debe ser un bloque de hierro macizo. Sería el equivalente a luchar con una bombona de butano.

  1. Espadas ornamentadas

Son muchos los ejemplos que encontramos en la fantasía de espadas muy ornamentadas, con incrustaciones de oro y plata, adornos y florituras. Aquí hay que tener en cuenta que la espada es la herramienta del guerrero. ¿Os imagináis un herrero que tuviese un martillo de oro y diamantes? Pues esto es lo mismo. Las espadas medievales estaban hechas para ser funcionales, no para ser bonitas.

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También existen martillos de marfil, oro y diamantes, pero no están hechos para trabajar con ellos. Foto: Museos Vaticanos.

¿Entonces no existen las espadas ornamentadas como las que se pueden ver en las tiendas de Toledo? Sí, existían, pero no estaban hechas para luchar. Son las llamadas “espadas de parada”, y estaban hechas para ser exhibidas en desfiles, coronaciones y otras ceremonias importantes, no para ser usadas en combate. Estas armas son más pesadas y su forma más enrevesada, y aunque no se utilizaran en batalla han permeado hasta el imaginario popular, dando lugar a las espadas de fantasía. Son las armas que vemos presentes en sagas fantásticas, videojuegos y demás.

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“Frostmourne”, la espada del Rey Exánime en World of Warcraft: The Lich King. Ejemplo de espada ornamentada, pesada y desequilibrada.

Estas espadas, de haber existido, serían tremendamente disfuncionales: pesadas, mal diseñadas, aparatosas…creedme que no querríais tener que luchar con ellas.

  1. Espadas a la espalda

Queda muy molón el hecho de portar la espada a la espalda, pero desenvainarla es lento y difícil, y no te interesa en caso de ser sorprendido. Las espadas se llevaban a la cintura, bien con un cinto, bien en un tahalí colgando del hombro. En el caso de las armas más grandes como las claymore escocesas (llegaban a medir metro y medio) se llevaban desenfundadas y apoyadas en el hombro.

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Lansquenete alemán con mandoble al hombro
  1. Espadas dobles, doble diversión

El summum de la destreza del guerrero es el hecho de portar una espada en cada mano. Cuando vemos esto el guerrero que las utiliza es capaz de sembrar la muerte a su paso con enorme facilidad. No obstante, son pocos los ejemplos de luchadores con dos espadas que conocemos. Y es que usar dos espadas es algo bastante estúpido, y ahora veremos por qué.

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Lancelot haciendo Wombo-combo con dos espadas a la espalda. “El rey Arturo”, Antoine Fuqua, 2004.

En una batalla, donde llueven flechas, virotes, jabalinas y golpes que pueden venir de cualquier dirección, el mejor aliado del guerrero es el escudo. No en vano es la herramienta defensiva más utilizada en la historia de la humanidad, y aún a día de hoy se sigue utilizando. Perder una protección tan eficaz por llevar otra espada es pedir a gritos que te maten.

Por tanto donde se podían utilizar dos armas era en un duelo, donde “sólo” te tienes que preocupar por el rival que tienes delante. Sin embargo, utilizar dos espadas largas, tal y como estamos acostumbrados, no tenía tampoco mucho sentido, ya que dos espadas largas son difíciles de usar a la vez, y lo más fácil era que terminases molestándote a ti mismo. Lo más lógico era usar una espada larga para atacar y una corta para desviar ataques del enemigo. Así ocurre en la España Moderna (a partir del siglo XVI) con el uso de la ropera y la vizcaína, como podemos leer en las novelas del Capitán Alatriste.

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Ilustración de Diego Alatriste, personaje de las novelas de Arturo Pérez Reverte, con ropera y vizcaína.
  1. Espadas de gran tamaño

La ficción representa a menudo a guerreros con espadas de dimensiones colosales, espadas que deben utilizarse a dos manos por guerreros de potencia física extraordinaria.

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Imagen del manga Berserk, de Kentaro Miura, mostrando una espada de proporciones imposibles sujeta con una sola mano.

En realidad no podían ser tan grandes porque serían imposibles de manejar. Las grandes espadas a dos manos existían, pero sus proporciones eran mucho más modestas. Su uso comienza a generalizarse a finales de la Edad Media y normalmente en la Edad Moderna, recibiendo el nombre de mandoble o montante, generalmente utilizadas para abrir huecos en las formaciones de piqueros a tajo limpio o para acuchillar a enemigos acorazados.

Estas armas, por su peso y su tamaño, eran usadas de forma oscilante, de modo que aprovechaban la inercia del arma para asestar el golpe, con resultados letales. Por supuesto tampoco dejaban al portador usar escudo, por lo que estas armas no se usaban frecuentemente.

Hay muchas más falacias en torno a las espadas, así como a armaduras, otras armas, técnicas, etc. Pero eso lo veremos en otra ocasión.

Redactor: Jesús Sahuquillo Olivares

Bibliografía

De espadas y falacias (i)

Mitos del combate medieval: las espadas

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