Cortesía de María Teresa Fátima Bello
¿Una medida semejante para llenar las prisiones? ¡Qué extraña seria pensar que se nos ofrece de la Divinidad, de un Dios cuya lucha esencial es la justicia y la bondad soberanas! ¡Y enseñan esas doctrinas en nombre de Jesucristo, de un Dios que sólo predicó el amor, la caridad y el perdón! Hubo una época en que tales anomalías pasaban desapercibidas, simplemente porque no se las comprendía, no se las percibía. El hombre, intento bajo todos los medios de hacer oído sordo, se sometía a la fe ciega, dudando de la razón. Hoy sin embargo, ha llegado la hora de la emancipación (independencia) (hacernos cargo). Hoy se puede decir que el hombre comprende la justicia y la desea, tanto en la vida como en la muerte. Por eso pide y proclama: ¡Dios, eso no es así! ¡No puede ser así!, o Dios, ¡no es así!
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