Por JOSÉ MORALES MANCHEGO
El patriotismo, en su dimensión más sencilla, es el amor a la tierra que nos vio nacer y crecer. Podría decirse también que es el sentimiento que nos lleva a ser útil a la patria. En ese sentido, el patriotismo se mide por los servicios prestados al país, ya sea mediante la ciencia, la política, las bellas artes o el trabajo en general, sin olvidar que los méritos patrióticos están en relación directa con el desapego al simple y efímero provecho personal. La grandeza del Libertador Simón Bolívar está en su amor por la patria, que lo llevó no sólo a sacrificar su cuantiosa fortuna, sino a jugarse la vida para liberarla de la dominación colonial. En sentido inverso, cuan funesto es aquel que genera una mala imagen de su patria, cometiendo desmanes administrativos, negociados y defraudaciones que le restan dinero a la salud, a la educación y al mejor estar de los más necesitados. Son tales indelicadezas, unidas a la falta de una sólida conciencia nacional, las que han permitido que nuestro país llegue a la dolorosa situación en la cual se encuentra, ofendido por aquellos que no han entendido que «La política es el arte de conservar en paz y grandeza a la patria, mas no el vil arte de elaborar una fortuna a sus expensas», como aseveraba José Martí.
Indudablemente, de esta pesadilla de corrupción y de violencia vamos a salir algún día. Para ello es necesario apoyar a la Corte y a la Fiscalía en su empeño valeroso de hacer algo por depurar las costumbres políticas. Así mismo es indispensable levantar el orgullo y el sentimiento patriótico. Pero esto no supone el planteamiento geopolítico de atizar los conflictos con otros países, para tender un velo sobre los problemas fundamentales que aquejan a nuestros pueblos. El amor a la patria no puede llevarnos a olvidar que también somos ciudadanos de una patria universal, que debe encontrar su fundamento en el sentido humano de la fraternidad y de la solidaridad internacional. De esta manera, la idea humanitaria de una patria universal no suprime la idea de Nación. Marco Aurelio decía: «Como antonino mi patria es Roma; como hombre, lo es el mundo».
El hombre puede desarrollar el amor por su país y al mismo tiempo defender el derecho de todos los pueblos a la autodeterminación y a la no intervención. No es necesario negar la patria para ser ciudadano universal. Los seres humanos tenemos que caminar en esa dirección. Impulsemos esa idea sin descanso, hasta que llegue el día en que a los conflictos entre los hombres del mismo país o de países distintos, suceda el sentimiento del interés común de todos los pueblos. Entonces podremos disfrutar como ciudadanos del mundo, de la armonía y de la paz universal.Publicado
por José Morales Manchego Gr:. 33 en 11:58 Etiquetas: Articulos Periodisticos

Edición en Español | por Gustavo Pardo Valdés | 25 julio 2016
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