EDUCACION E HISTORIA

Los Caballeros Templarios –

La orden de los Caballeros-monjes combatientes: “los humildes soldados hermanos de
Cristo y del templo de Salomón” (los Caballeros Templarios), fue fundada en 1.118 por un
pequeño grupo de 9 nobles Caballeros franceses “devotos, religiosos y temerosos de Dios”,
gentilhombres “distinguidos y venerables”: Godefroi de Saint-Omer, Geoffroi Bisoi, Godefroi
Roval, Payen de Mont-Didier, Archambaud de Saint-Amand, André de Montbard, Fulco
d’Angers y Gondemare, encabezada por Hugues de Payens, vasallo del Conde de Champagne
(Champaña). En 1.125 ellos aceptaron un nuevo Caballero: Hugues, Conde de Champagne,
quien abandonó su Condado y repudió a su mujer e hijos para unirse a ellos.

Ante la tumba de Jesucristo, estos Caballeros hicieron voto ante Garimont (Gormondo),
Patriarca de Jerusalén, de retomar de los «infieles» árabes el territorio del Santo Sepulcro que
los turcos Seldjoukides, más intolerantes que los Arabes, prohibieron a los Cristianos, de velar
con las armas en la mano al triunfo de la justicia, a la defensa de los oprimidos, de practicar
todas las virtudes y proteger a los peregrinos que viajaban durante las cruzadas hacia los lugares
sagrados de Tierra Santa, intentando evitar una nueva masacre, como aquella que fue la primera
cruzada que había degenerado en una paranoia criminal (47).

Los “humildes soldados del templo” decidieron orientar sus actividades hacia la reconstrucción de puentes y de caminos que las cruzados habían destruido en los combates; implantar plazas fuertes, puertos, hospicios para los peregrinos y capillas para sus oraciones y actuar como policía de las rutas de las peregrinaciones en Tierra Santa. Los Templarios introducían un elemento nuevo en esta época de la edad media: la conciliación de dos formas de vida que durante mucho tiempo habían sido consideradas contradictorias: el sacerdocio y la milicia (44).

Como orden religiosa, los Templarios tenían sus reglas de conducta de una constitución de 72
artículos escritos por Bernard de Fontaine, abbe de Citaux, hijo de Aleth de Fontaine, conocido
como Bernardo de Clairvaux (Bernardo de Claraval – San Bernardo -1.090-1.153), sobrino del
Caballero Templario André de Montbard. Esta constitución, basada en las de la Ordenes de los
Benedictinos y del Cister, era más severa que la más severa de las reglas monásticas en uso en
esa época; los obligaba a llevar una vida piadosa, entregándose al servicio de Cristo, en estricta
obediencia, pobreza y castidad (43).

La regla tiene otras rudezas: los Templarios no tienen sino un plato para dos, deben comer en silencio, comer carne sólo tres veces por semana y hacer penitencia el viernes. Esta constitución fue confirmada en 1.139 por el Papa Inocente II en la bula “Omne datum optimum” según la cual los Templarios no debían lealtad a ningún poder secular o eclesiástico salvo al propio Papa. No dependiendo sino de la Santa Sede, ellos eran “soberanos” en el sentido espiritual, en virtud de una bula del Papa Alejandro III.

Como signos distintivos, los Templarios tenían el cráneo rapado, la barba larga y no se bañaban. La Orden Templaría comenzó a expandirse por Europa 9 años después de su fundación, poco antes de que fuera reconocida por la Iglesia en el concilio de Troie (Troyas). Los Templarios obtienen en 1.127 una carta de Esteban de Chartres, Patriarca de Jerusalén y del Patriarca Théoclètes, 67vo. sucesor de San Juan, que ellos adoptaron como Santo Patrón. La divisa de la orden no podía contener más humildad:

“…Non nobis, Domine, non nobis, sed Nomini tuo da gloriam…”(44)
(Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros,
sino para dar gloria a tu nombre)

El estandarte de combate de los caballeros Templarios, llamado el “Beau Séant” era
vertical, dividido en dos cuadros: uno de color negro arriba, que simbolizaba el oscuro mundo
del pecado que los Templarios habían dejado atrás y el otro, de color blanco abajo, que reflejaba
la vida de pureza de la Orden.

Los Templarios carecían totalmente de bienes particulares; comenzaron sin casa en que
vivir, de tal forma que Beaudoin II, Rey de Jerusalén y sobrino de Godefroi de Bouillon, los
acogió y les concedió el ala norte de su palacio Real, situado sobre el monte de Mojira, donde
estuvo construido el Templo de Salomon, para que establecieran su cuartel general: una cripta
medio excavada en las ruinas de la antigua mezquita de Masjid al Aqsa, donde los musulmanes
habían edificado 2.000 años antes, el santuario de “la Roca”. Algunos años más tarde, el Rey
Baudoin II hizo donación de dicho palacio a los Templarios y trasladó su residencia a la parte
opuesta de la ciudad: la torre de David. Los nobles de su corte, así como el Patriarca de
Jerusalén, les confirieron donaciones de sus propias pertenencias de territorios, donde el Rey les
concedía la soberanía.

FUENTE: https://mercaba.org/SANLUIS/Historia/Aubourg%20Dejean,%20Raymond%20F.%20-%20Los%20hijos%20de%20la%20luz%20(Historia%20de%20la%20masonería).pdf

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