EDUCACION E HISTORIA

ESCULTISMO: MÁS QUE UNA ESCUELA DE VALORES,UN GIMNASIO DE VIRTUDES

El reto de ser buena persona

Transmitir valores es algo relativamente sencillo, basta con asociar la felicidad o la desdicha, el bien o el mal, con ciertos rasgos, comportamientos, actitudes o formas de ser. Nuestros padres, nuestros educadores, nuestros amigos y la sociedad en general, a través de distintos medios, nos transmiten constantemente un amplio y diverso abanico de valores que de alguna manera guían nuestra existencia a lo largo de la vida. Que los valores arraiguen es algo más complicado, pues tal vez no siempre tenga la fuerza necesaria para seducirnos o convencernos y así hacerlos nuestros. Lógicamente no todos ellos poseen las mismas características, de ahí que unos valores se extienden más rápidamente que otros. Pero lo que es muchísimo más complicado es que vivamos de acuerdo a ellos, especialmente en algunos casos, pues no todos requieren de nosotros el mismo esfuerzo ni las mismas capacidades para ajustar nuestras decisiones, comportamientos y actitudes a las metas que dichos valores nos proponen.

Son los valores éticos y morales los que normalmente marcan el más alto nivel de exigencia. Personalmente, yo llevo toda mi vida intentando ser una buena persona y acumulo más fracasos que éxitos. Por otro lado, es algo normal, pues la dificultad y el coste que tiene serlo es a veces muy alto y no basta con lograrlo una sola vez, cada día está lleno de instantes que requieren una respuesta que es más fácil eludir que afrontar. Siempre es mucho más sencillo encontrar una excusa o compararte con alguien que es “menos” o lo hace “peor” que tú para no hacer nada y así sentirte bien contigo mismo, incluso a veces para ridículamente sentirte “modelo” de algo.

Es muy fácil transmitirle a alguien lo divertido que puede ser montar en bicicleta y los beneficios que tiene para la salud. Y las instrucciones para hacerlo son sencillas: te sientas en el sillín, sujetas el manillar con las dos manos y lo diriges en la dirección a la que quieras ir, y con los pies te impulsas dando a los pedales mientras mantienes el equilibrio. Pero todos sabemos que lograrlo es un poco más complicado, requiere esfuerzo, constancia para desarrollar las habilidades necesarias, soportar las caídas y no dejarse dominar por el miedo, y siempre hay que superar la pereza, el cansancio, soportar la lluvia, el frío, el calor…

En definitiva, si poner en valor o dar instrucciones para montar en bicicleta no implica desarrollar las destrezas que requiere, menos aún transmitir valores acarrea las virtudes Revista Padres y Maestros, nº 371 (2017) pp. 20-25 2 necesarias para alcanzarlos. Además, en ambos casos, estar en forma o ser buena persona, no son un título o un grado que una vez alcanzados ostentemos de por vida, sino que exigen ejercicio diario. Pero estar en forma es una memez comparado con lo que supone ser una buena persona. No basta con abrazar ciertos valores, ni con darse golpes en el pecho, ni señalar a otros con el dedo, ni siquiera hacerlo bien de vez en cuando. No se trata de exhibir determinados ideales, ni de lo que decimos ser, sino de lo que verdaderamente somos y hacemos cada día a lo largo de toda nuestra vida.

Elegir ser scout

En cierto sentido podría decirse que el escultismo intenta transmitir una serie de valores: honestidad, lealtad, humildad, sacrificio, austeridad, solidaridad, justicia, tolerancia, respeto, ecología, optimismo, bondad, generosidad, coherencia, responsabilidad…, pero técnicamente no sería del todo preciso. En la mayoría de los casos dichos valores ya forman parte de la educación que reciben los niños y jóvenes en sus casas, colegios o parroquias. De hecho, de no ser así, difícilmente tanto los padres como los chavales decidirían formar parte de un grupo scout, y de hacerlo probablemente no fuera más que una mera forma de ocupar su ocio y tiempo libre.

Por eso, en el fondo, dichos valores son sólo el punto de partida, lo que verdaderamente implica la decisión de ser scout, es el compromiso de formar parte de un grupo en el que unos a otros nos vamos tanto a exigir como ayudar a vivir coherentemente según los mismos. Y el hacer consciente y explícita dicha decisión, es uno de los primeros y fundamentales pasos que vertebran lo que significa el escultismo, y el ser scout. Es la elección libre y voluntaria y el compromiso que acarrea, lo que de alguna u otra manera se afronta y se renueva en cada uno de los hitos que simbólicamente jalonan el avance o el progreso en tu vida como scout. Y es un ingrediente sin el cual, todo carecería de sentido y el escultismo no aportaría nada a la persona. De ahí que también haya muchas formas de vivir el escultismo, pues la decisión y el compromiso con el que se viva dependen de cada uno.

Ser (en grupo) o no ser

Es bonito tener ciertos valores morales en la vida y loable proponerse vivir según los mismos. Pero como ya hemos dicho, “es harina de otro costal” el conseguirlo. Ser honesto es decirle la verdad a otro, ser solidario es hacerte cargo de las necesidades o dificultades de otro, ser generoso es darle a otro lo que tú necesitas, ser bueno es tratar bien a otro sin esperar nada a cambio, ser humilde es aceptar tus limitaciones delante de otros, ser leal es respetar la palabra dada a otro, la justicia es tratar con equidad a Revista Padres y Maestros, nº 371 (2017) pp. 20-25 3 todos, el respeto y la tolerancia se ejercen con otros… Así pues, adquirir, desarrollar, y ejercitar vivir según ciertos valores sólo es posible en un escenario social, en un grupo.

Pertenecer a un grupo scout es la herramienta más poderosa que el escultismo ofrece a al individuo para alcanzar sus metas personales. Te comprometes con ellos y ellos contigo en un viaje compartido, donde te esfuerzas por ellos y gracias a que ellos tiran de ti. Donde tus aciertos y tus errores benefician y perjudican a los demás, tanto como los suyos a ti. Por eso no te queda otra que ejercitar la responsabilidad tanto como la tolerancia. Donde no puedes engañarte siendo juez arbitrario de tus actos porque muchos son los ojos que te miran y mucho el tiempo que pasamos juntos. Es por eso que es difícil eludir la verdad, y muchas serán las lecciones de humildad que recibas.

El grupo es también el que te reclama que des la talla porque ha sido ante ellos ante quienes públicamente has ido renovando y elevando tu nivel de compromiso. Aprendes pronto que los símbolos que en un primer momento pueden parecer logros, acaban pesando porque su verdadero significado es una responsabilidad adquirida y visible para todos ante la que tienes que responder.

Cuando tu maestro ronca a tu lado…

El grupo scout es un espacio común donde te toca a veces aprender “de” y otras enseñar “a”, y donde las metas no las determina la belleza física, ni los goles, ni las canastas, ni lo rápido, hábil, gracioso o lo listo que seas…, sino la coherencia en tu vida y tu trato con los demás según esos valores compartidos. Por tanto, los que destacan en el grupo, los modelos a seguir, en los que nos fijamos y de los que aprendemos, lo son por razones que sólo se entienden con el corazón. Y lo bueno es que la convivencia hace que los «héroes» de este espacio de tu vida no estén lejos, en youtube, la televisión o en el cine, sino a tu lado. Algunos son mayores que tú y te resultan admirables en lo que hacen, pero al poco tiempo eres tú el que te ves haciéndolo mientras son los ojos de otros más pequeños los que te miran con admiración y te obligan a ser mejor de lo que por ti mismo serías. Pero también los hay que duermen a tu lado en la tienda de campaña, tropiezan en las mismas piedras que tú, se apoyan en ti cuando lo necesitan, lloran y ríen a tu lado…, son cercanos, son reales, son imperfectos, son alcanzables.

Supongo que, por ser una revista destinada a expertos en educación, huelga explicar la importancia de contar con buenos modelos, que a la vez sean suficientemente variados para que a cada uno de nosotros nos resulten atractivos según nuestra particular forma Revista Padres y Maestros, nº 371 (2017) pp. 20-25 4 de ser, y que a la vez sean suficientemente cercanos como para no poder eludir el reto de imitarlos.

La riqueza de nuestra vida scout está determinada, en gran medida, por la suerte que hayamos tenido con las personas que nos acompañaron y fueron nuestro ejemplo a lo largo de dichos años. Son a ellos a los que no olvidas cuando vuelves la vista atrás. Pero también por la necesidad de estar a la altura cuando son otros los que están pendientes de ti y defraudarles, al menos caprichosamente, no es una opción.

Fortalecer el alma

No se puede ser honesto si no se tienen el valor y la templanza para afrontar las consecuencias que supone decir la verdad. Es muy difícil ser generoso si se ha desarrollado un gran apego por las cosas materiales. Hablar de solidaridad es ridículo si sólo se ejerce a ratos y cuando nos viene bien. Asumir responsabilidades y ayudar a otros es imposible si no se es lo suficientemente fuerte como para cargar con ese peso extra. Para poder afrontar con buen ánimo las dificultades es importante haber pasado por ellas muchas veces. Ser valiente requiere afrontar tus miedos. El verdadero respeto al otro sólo se pone a prueba cuando la convivencia nos obliga a compartir recursos y espacios, especialmente en situaciones donde son escasas las comodidades. La tolerancia con el diferente surge de forma natural cuando necesitas a aquellos que no te resultaban afines, y te echan una mano o son un ejemplo en momentos duros. Es difícil no exigirte más a ti mismo cuando la mirada de otro más pequeño, más débil o más inexperto cae sobre ti. Te haces más fuerte cuando no te queda otra porque las circunstancias exigen un esfuerzo mayor. Dejas de vanagloriarte y aprendes a reírte de ti mismo cuando has hecho muchas veces el ridículo, ante los ojos divertidos de los demás. Sólo puedes ganar en seguridad si te has visto obligado a afrontar y superar muchos retos.

Las virtudes o fortalezas del alma necesarias para poder vivir según nuestros valores, sólo pueden desarrollarse con mucho esfuerzo y constancia en situaciones reales. De igual manera que sólo es posible aclimatarse al frío pasando frío, hacen falta experiencias reales de esfuerzo, sacrificio, lucha compartida, de convivencia en condiciones de cierta dificultad con los recursos mínimos necesarios, asumiendo iniciativas y responsabilidades y afrontando las consecuencias de nuestros propios actos…, si queremos entrenar los “músculos” del alma como la fortaleza, el coraje, la austeridad, la templanza, la sencillez… Sin olvidar nunca que lo que se desarrolla un día se pierde al siguiente si no se practica. Por eso el escultismo te ofrece mucho tiempo de entrenamiento: reuniones y actividades semanales, acampadas y largos Revista Padres y Maestros, nº 371 (2017) pp. 20-25 5 campamentos durante muchos años de tu vida, con la esperanza de que algo de todo lo vivido y entrenado quede fijado en tu alma de forma indeleble. Porque las cosas más difíciles de la vida son las que exigen mayor esfuerzo y entrenamiento, y cuanto antes empecemos a adquirirlas más margen tendremos para desarrollarlas.

Experiencias en la mochila

Los scouts, tan mediocres y limitados como cualquier otra persona, quién sabe si incluso más, sólo nos diferenciamos en el lujo de contar con el bagaje de experiencias maravillosas, de retos y superaciones individuales y colectivas, de destrezas y actitudes que hemos desarrollado y acumulado en los primeros años de nuestra vida por formar parte de un grupo scout. Y si bien no siempre las sabemos aprovechar como sería de esperar, están a nuestra disposición para poder recurrir a ellas cuando nos hagan falta, eso sí, siempre y cuando nuestra elección a la hora de vivir como personas adultas, siga siendo la misma que asumimos siendo niños, adolescentes o jóvenes.

Las experiencias que acumulamos son resortes que se almacenan en nuestra memoria y que pueden activarse llegado el momento. Un escalador puede beneficiarse en muchos momentos de su vida de la sangre fría que ha desarrollado tras verse muchas veces colgado de un abismo, o un corredor de fondo de su capacidad de sacrificio y esfuerzo más allá del dolor y de la extenuación. Tal vez no siempre sean capaces de aprovechar lo vivido, ni dichas experiencias sean automáticamente trasladables a otros contextos, pero contar con ellas es siempre mejor que no haberlas tenido.

El escultismo nos ofrece vivir determinadas experiencias, dónde por un lado la situación y por otro la exigencia de cómo debemos afrontarla, nos permiten desarrollar cierta “musculatura” del alma que muchas veces no sabíamos ni que teníamos hasta que nos hemos visto en dichas situaciones. Y paso a paso vamos superando nuestros propios límites, del mismo modo que en un gimnasio vas desarrollando tu fuerza y tu resistencia física gracias al entrenamiento continuado.

Las guindas del pastel

Para un reto así probablemente no haya mejor escenario que vivir en la naturaleza agreste y salvaje. Aprendiendo a conocerla, respetarla, cuidarla, disfrutando de ella, asumiendo sus leyes y nuestros límites, acomodándonos a sus rigores, reconociendo nuestra pequeñez ante su fortaleza e inmensidad, ya sea en la montaña como en los valles o en los bosques. Y es entonces, cuando ya has aprendido a vivir en ella, cuando la naturaleza te ofrece sus mejores regalos: una indescriptible sensación de libertad, de Revista Padres y Maestros, nº 371 (2017) pp. 20-25 6 paz y de plenitud, la posibilidad de vivir mil y una aventuras, de encontrarte contigo mismo, de disfrutar del silencio y de sus sonidos, momentos llenos de hermosas sorpresas y descubrimientos. Me atrevería decir que los scouts somos ecologistas por necesidad, pues es en la vida en la naturaleza donde más fácilmente encontramos los ingredientes necesarios para acumular las experiencias reales de las que nuestra alma necesita alimentarse, y acabar disfrutando de sus intensos sabores.

El escultismo es un movimiento juvenil no sólo por la edad de las personas que lo componen, sino porque se desarrolla lejos de la mirada protectora de los padres, al margen de las estructuras híper organizadas y demasiado rígidas de los contextos adultos, porque otorga mayor libertad a niños y jóvenes para que sus responsabilidades vayan más allá de lo que en dichas situaciones se les permitiría. La vida scout debe tener el empuje y la joven ilusión de querer construir un mundo mejor, de buscar la aventura, de no amedrentarse ante los riesgos ni la pereza, de saber reír y jugar a la menor oportunidad…

Más allá de diferencias culturales, contextos históricos, modas pedagógicas…, lo que el escultismo siempre ha ofrecido y debería ofrecer, es la posibilidad de elegir vivir de una manera durante un tiempo, el tiempo de los primeros pasos en la vida, en un contexto de coherencia y compromiso con dicha elección para acumular experiencias a las que poder recurrir algún día.

FUENTE: https://repositorio.comillas.edu/rest/bitstreams/107119/retrieve#:~:text=En%20cierto%20sentido%20podría%20decirse,no%20sería%20del%20todo%20preciso.

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