Respuesta de Libros del V.M. Samael Aun Weor.
Las gentes comunes y corrientes viven en este mundo de tres dimensiones ignorando la existencia de una cuarta coordenada, de una Cuarta Dimensión.
Es necesario saber que más allá de nuestro mundo tridimensional, esta la dimensión desconocida, la región etérica. Si cuidadosamente observamos el color de las lejanas montañas, podíamos ver un intenso azul, bastante hermoso. Es obvio que dicho color es el éter de la Cuarta Dimensión; se nos ha dicho que en un futuro remoto todo el éter será visible en forma plena en el mismo aire que respiramos.
Los científicos modernos niegan enfáticamente el éter y dicen que solo existe en los campos magnéticos. Las gentes de la edad media negaban la redondez de la tierra, suponiendo que ésta era plana.
Cuando Galileo afirmo que la tierra era redonda y que no estaba quieta, estuvo a punto de ser condenado a muerte. Cuando se le exigió jurar que no era redonda y que no se movía, poniendo las manos sobre la Santa Biblia, dijo: “Lo juro, pero se mueve, se mueve”. Así también aunque neguemos la existencia del éter, aunque juremos que no existe, tendremos que decir parodiando a Galileo; “Pero existe, existe”.
En esa región etérica, en esa Cuarta Dimensión viven las criaturas elementales de la naturaleza y esto es algo que debemos comprender profundamente. A tales criaturas se les da el nombre de elementales, precisamente porque viven en los elementos.
Sepa usted mi querido amigo, que el fuego esta poblado de criaturas elementales; entienda que el aire esta también densamente poblado por esa clase de criaturas y que el agua y la tierra, están pobladas por esos mismos elementales.
A las criaturas del fuego, desde los tiempos más antiguos, se les conocía con el nombre de Salamandras; a los elementales del aire se les designa con el nombre de Silfos; a los seres del agua se les llaman Ondinas, Nereidas, Sirenas, etc. etc.; a las criaturas que viven entre las rocas de la tierra se les bautizó con el nombre de pigmeos, gnomos, etc. Es ostensible que la forma de estas criaturas varía muchísimo.
Las criaturas del fuego, son delgadas y secas muy semejantes al chapulín o grillo, aunque de tamaño mucho mas grande.
Las criaturas del aire parecen niños pequeños muy hermosos con rostros sonrosados como la aurora; los elementales del agua tienen diversas formas; algunas parecen como damas inefables, felices entre las olas del inmenso mar, otras tienen formas de sirenas-peces, con cabeza de mujer, y por ultimo hay ondinas que juegan con las nubes o moran en los lagos y ríos que se precipitan entre sus lechos de rocas.
Los gnomos de la tierra, los pigmeos, parecen ancianos con su luenga barba blanca y continente ceremonioso. Ellos viven normalmente en las minas de la tierra o cuidan los tesoros que por ahí subyacen escondidos.
Todos estos elementales de la naturaleza son útiles en la gran creación; algunos animan el fuego, otros impulsan el aire formando los vientos, aquellos animan las aguas, estos otros trabajan en la alquimia de los metales dentro de las entrañas de la tierra.
Existen muchas otras criaturas que pueblan los bosques, los desiertos, las montañas. Usted distinguido caballero, nos ha hablado de la “Pata Sola”, un elemental muy particular de alguna región nevada en su país; es obvio que se trata de alguna serie de criaturas elementales con mucha fuerza y poder; el acontecimiento narrado por usted nos indica claramente que dicho elemental tiene potencia suficiente para hacerse sentir en el mundo de las tres dimensiones, en el mundo físico; en el citado relato es incuestionable que hubo lucha entre los perros y el ser desconocido; puedo asegurarle en forma enfática que si no hubiese sido por los canes, los dos citados hombres habrían muerto.
Realmente en el seno profundo de la naturaleza, en los parajes más lejanos, en el misterio de las selvas, existen duendes, hadas, criaturas que las gentes de la ciudad ni remotamente sospechan.
Mirando al Misterio. Samael Aun Weor.
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