León Zeldis 33º

(Pasado Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de Israel)
La tarea principal del masón, cual es perfeccionar su propio carácter, suprimiendo los elementos negativos
que pudieran existir en su personalidad y desarrollando sus fuerzas morales y espirituales (lo que
conocemos como «pulir la piedra bruta»), es en gran medida el resultado de la interacción entre hermanos
dentro y fuera de la logia; sin embargo, el medio principal de progreso en esta obra es necesariamente la
introspección y la meditación individual, o sea, reflexión y autorrealización.
Conócete a ti mismo
Este aspecto de la masonería simbólica ya está prefigurado en el primer contacto del profano con nuestra orden, en la cámara de reflexión, donde se encuentra inscripciones como conoce que el mismo y-de la mayor importanciaV.I.T.R.I.O.L..
El «interior de la tierra» que se incita a visitar es, sin duda alguna, el alma del propio neófito. Purificando ( rectificando , como en el alcohol rectificado) su espíritu, el masón encontrará la piedra simbólica, es decir, la perfección moral
que busca.
Pese a esta y otras sugerencias, los grados simbólicos de la masonería solamente soslayan el aspecto introspectivo de la labor masónica, especialmente en la leyenda hirámica, sin profundizar en el esoterismo del desarrollo interior. Es sólo cuando alcanza el grado XVIII del rito escocés, el grado místico por antonomasia del Escocia que masón se enfrenta en forma ineludible con la experiencia mística, y es llamado aplicar esta experiencia a su propio desarrollo espiritual.
Etapas preparatorias
Los grados precedentes hasta el XIV inclusive, tratan de diversos aspectos de la leyenda hirámica, del deber,
los conocimientos y las virtudes que caracterizan al masón. Un leitmotiv a lo largo de todos estos grados es
la palabra perdida, que finalmente se recupera en algún punto antes del grado XVIII.
Los primeros dos «grados capitulares», que sirven como transición entre la logia de perfección y el capítulo
Rosa Cruz tratan del Segundo templo, construido por los judíos que regresaban del cautiverio en Babilonia, y
que trajeron de allí un rico bagaje cultural (inclusive los nombres de los meses en hebreo), y también ciertos
fundamentos místicos orientales, como la creencia en la vida después de la muerte, inexistente hasta
entonces en la tradición hebrea.
El tercer grado capitular, el de Caballero de oriente y occidente, marca un vuelco en su contexto, no
refiriéndose ya al templo Jerosolimitano físico, destruido por los romanos, sino al templo de la Jerusalén
celeste, que sirve de nexo entre lo terrenal y lo divino. Como observa Naudon en su comentario, no cabe
duda que éste no fue diseñado para crearon un nexo o introducción al grado Rosa Cruz y fue introducido
después de este. El grado 17º tiene algunas características interesantes, como el uso de guantes negros, lo
mismo que los grados de «elegido» o «de venganza». El negro, como sabemos, representa el nigredo , la
primera etapa de la Magna Obra alquímica.
Alegoría vs. significado literal
Examinemos ahora el décimo octavo grado en sí. No pretendemos describir el ritual ni los signos del grado
Rosa Cruz. Todo eso había sido publicado numerosos oportunidades. Lo que nos interesa en este momento
es demostrar que los aspectos cristianos del ritual -y hay muchos- pueden y debe entenderse en un sentido
simbólico y como un lenguaje esotérico. Cualquier interpretación literal conducirá a absurdos, lo mismo que
una interpretación literal de la leyenda de tercer grado produciría la grotesca imagen de un cadáver
descompuesto que en alguna manera es levantado de la tumba y al mismo tiempo se reencarna en el
Candidato.
Por lo demás, por lo menos para este autor, una interpretación literal del ritual del grado XVIII sería de rayana en lo sacrílego. Cualquier simulacro de un episodio clave de las sagradas escrituras corre el riesgo de transformarse en una parodia. Sólo si entendemos el ritual como simbólico, podremos evitar este peligro.
Sahir Erman, en un comentario sobre este grado, hace notar los puntos decontacto existentes entre todos los esoterismos, sea cual sea la religión que profesaran sus adeptos, egipcia, hebrea, budista o islámica,
especialmente las doctrinas de los «sufís» y los «ismaelitas». El Rito Escocés Antiguo y Aceptado no es privativo de ninguna religión, sino que está abierto a los hombres de buena voluntad de todas las creencias.
En realidad, todo lo ritual de masónicos están basados en la alegoría que, según el diccionario, es una » ficción que presenta un objeto al espíritu, de modo que despierte el pensamiento de otro objeto» (Larousse). He
ubrayado la palabra ficción.
Albert Pike se refirió a este mismo problema en sus explicaciones al candidato antes de la ceremonia de elevación al grado XVIII: «Todos los emblemas, formas y ceremonias de la masonería son simbólicos de ciertas
grandes verdades primordiales, que cada uno está en libertad de interpretar de acuerdo con su propia fe» ( Magnum Opus, XVIII, 5 ).
Teniendo presentes estos conceptos, el estudio del grado XVIII, o de cualquier grado masónico, debe partir
de la premisa que debemos aproximarnos al texto como alegoría, como la representación del algo distinto.
Este no es lugar para entrar en una discusión sobre la fina distinción entre alegoría y símbolo. Los dos están
íntimamente relacionados pero, como lo demuestra claramente Alleau, la alegoría es un proceso retórico,
relacionado con el lenguaje y la interpretación, es decir, el raciocinio, mientras que el símbolo conduce
directamente de significador y significado al Significante. Según el exegeta Origenes, hay que estudiar los
textos sagrados en tres niveles: el texto literal, el alma del texto, y el espíritu del texto (Alleau, p.120. No
por casualidad, la tapa de su libro está ilustrada con una rosa de siete pétalos, tomada de Summun Bonum
de Robert Fludd, una defensa de la Fraternidad Rosacruz).
Una actitud similar debe ser adoptada en el análisis de los rituales masónicos, que también deben estudiarse
a tres niveles: literal, simbólico y esotérico. La explicación cristológica
La escuela que sostiene que todo el ritual del grado rosacruz debe entenderse como una versión masónica
de la Pasión de Cristo encuentra puntos de apoyo en los numerosos paralelos entre elementos del ritual y
pasajes de los Evangelios, como por ejemplo, el velo del templo rasgado, la oscuridad que cubre la tierra, el
número 33, la cena mística, y otros que no es necesario enumerar.
Luego, hay que considerar las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad (que, por lo demás, aparecen también en la plancha trazada del primer grado usada en el rito de Cork), la extinción de las luces
y otros detalles.
Un poco de reflexión, sin embargo, nos aclara que cada uno de estos puntos en las ceremonias del grado
XVIII admite otras explicaciones, de naturaleza simbólica y esotérica.
Las herramientas rotas, por ejemplo, y la oscuridad ambiente en la primera parte de la ceremonia, ¿acaso
no representan la confusión y la impotencia del hombre que vaga por un mundo pleno de males, inseguro
de su camino, buscando salida? ¿No es ésta una experiencia humana frecuente, y acaso no es la lección que
se pretende impartir, que apelando a sus recursos interiores, espirituales, es que el hombre podrá salir de la
tinieblas a la luz?
Desgarrar las ropas es una señal de duelo conocida. Hasta el día de hoy, los judíos desgarran en forma
simbólica sus vestimentas como parte de la ceremonia fúnebre. La rasgadura del velo del templo cae dentro
de esta categoría de ideas. No es necesario identificarlo con la crucifixión, sino que también representa el
dolor que debe sentir todo hombre de bien ante el triunfo de las fuerzas del mal.
Otra imagen impactante es la piedra cúbica que destila sangre y agua. La roja sangre y blanca agua son dos
elementos alquímicos: sulfuroso y mercurial, respectivamente. Esto aparece en forma explícita en una
ilustración de un manuscrito alquímico del siglo XVIII (reproducido en la plancha 18 del libro Achemy de
Klossowski de Rola). El Caballero, en la misma ilustración, blande una espada, está vestido con colores
alquímicos y sujeta un escudo con un lema que significa “haz un agua de dos, etc.”.
Bayard (pp. 103-120) ha efectuado un análisis detallado de cada elemento del ritual del grado, explicando
su desarrollo histórico y su significado espiritual. El lector podrá referirse a esa obra, ya que no podemos
seguir con este análisis en el marco de un ensayo (véase la bibliografía al final).
Las siglas
Examinemos ahora uno de los símbolos más conspicuos del grado rosacruz, las cuatro siglas I.N.R.I. En
primer término es sugerente que el Nombre Inefable de la Biblia, el Tetragrámaton, también está compuesto
por cuatro letras (Yod-Heh-Vav-Heh) o más exactamente tres letras, una de las cuales está repetida. Las
siglas del grado comparten esta característica.
Por supuesto, la primera reacción de cualquier lector con un mínimo conocimiento de la Biblia es darle a las
siglas una interpretación puramente cristiana, es decir, Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, refiriéndose a la
crucifixión.
Sin embargo, una revisión de las liturgias del grado XVIII en distintos lugares y épocas nos revela una
amplia gama de interpretaciones masónicas de las siglas, como por ejemplo:
Igne Natura Renovatur Integra (La naturaleza es completamente renovada por el fuego).
Ignis Natura Renovat Integram (El fuego renueva completamente la naturaleza).
Ignis Natura Regenerando Integrat (Regenerándose, la naturaleza mantiene la integridad del fuego).
In Nobilis Regnant Iehovah (o Iesus) (Jehová (o Jesús) reina entre los nobles).
Iesus Nascente Ram Innovatur (Jesús ascendente renueva la rama).Igne Nitrum Roris Inventor (El rocío se encuentra con nitro y fuego).
Insignia Naturae Ratio Illustrat (La razón ilumina los símbolos de la naturaleza).Inter Nos Regnat Indulgentia (Entre nosotros reina la bondad).
Intra Nobis Regnum Dei (El reino de Dios está dentro de nosotros).
Iustus Necare Reges Impios (Es justo matar reyes impíos).
Iusticia Nunc Reget Imperia (Desde ahora la justicia gobierna los imperios).
In Neci Renascor Interger (En la muerte se renace intacto y puro). Otra explicación, mencionada por Naudon, postula que las cuatro letras son las iniciales de Judea, Nazaret, Rafael (cuyo nombre en hebreo significa “Dios sanó”) y Judá (en hebreo, Judea y Judá se escriben con “I” inicial). Todavía otra interpretación aparece en Magnus Opus de Albert Pike, que fue su primera revisión de los rituales del Rito Escocés, donde las siglas se refieren a cuatro palabras:
Infinito, Naturaleza, Razón e Inmortalidad. Por casualidad, las cuatro son casi idénticas en inglés.
Como si todo esto no fuera suficiente, las siglas también han sido atribuidas a cuatro palabras en idioma hebreo,
Yam, Nur, Ruja y Yeveshá , que representan los cuatro elementos: agua, fuego, aire y tierra, si bien esta interpretación exige cierta latitud en el significado de algunas palabras. Yeveshà , un ejemplo, que significa «tierra seca» o «tierra firme». Yam significa mar, y puede entenderse como agua solo por metonimia.
La existencia de tan diversas explicaciones, formuladas por distintos escritores masónicos en el curso del tiempo, de por sí demuestra que la interpretación literal de las siglas es por cierto insuficiente, y probablemente errónea dentro del contexto masónico..
La Cruz y la Rosa
Tenemos que escribir algunas palabras, por lo menos, sobre el símbolo central del grado: la cruz combinada
con la Rosa. A veces, la cruz se muestra con rosas en sus cuatro extremos, pero más frecuentemente en su
centro o intersección de líneas vertical y horizontal.
La Cruz, como se ha hecho notar con frecuencia, no se convirtió en un símbolo cristiano sino a finales del
siglo VI. Tiene una larga historia antes de ello, en diversas formas y en muchas civilizaciones, desde la India
al Egipto. Entre los egipcios, por ejemplo, la Cruz coronada con una argolla, el ankh , representaba tanto la
vida como la muerte. Sahir Erman comenta que el trazo horizontal de la Cruz representa también la muerte,
mientras que el trazo vertical simboliza la vida. Su principal simbolismo parece ser la conjunción de dos
mundos, humano y celestial. En forma general, presenta la integración de los opuestos, como ser vertical y
horizontal,, femenino y masculino.
José Castellani menciona el descubrimiento en la ciudad india de Benarés, en las ruinas de un antiguo
templo, de una cruz con una Rosa mística en el centro, inscrita en un triángulo equilátero. Castellani, no
prueba la existencia de masones o Rosa Cruces hace miles de años atrás, sino el uso simbólico de estas
imágenes desde una remota antigüedad.
La Cruz, como el triángulo y el círculo, es uno de los símbolos primarios de nuestra conciencia. No puede
dársele una explicación completa a su simbolismo, porque está enraizado en las capas más profundas de
nuestra psique.
La Rosa, por otra parte, es un símbolo de perfección y de misterio. Erman apunta que la Rosa es también
simbólica de amor, que puede interpretarse como A-MOR en latín, es decir, la negación de la muerte. La
Rosa abrazando la Cruz representa así la inmortalidad, y el camino para alcanzarla, cual es el amor.
La Rosa es también un importante símbolo alquímico. El número de sus pétalos es significativo, como
asimismo su color: puede ser roja, blanca e incluso negra.
Los Rosa Cruces
Tal como se menciona arriba, Albert Pike dejó sentados claramente los principios de la masonería como una
filosofía universal, que le permite a los fieles de diferentes cultos sentarse juntos y trabajar en armonía por
el progreso de la humanidad entera. Pike resumió las enseñanzas de este grado masónico con estas palabras: «La unidad, inmutabilidad y
ondad de Dios; la inmortalidad del alma, y la derrota final y extinción del mal, la injusticia y el dolor,
mediante un Redentor o Mesías, que está por llegar si es que aún no ha aparecido» (XVIII,19).
Esto sin duda correcto, pero no va lo suficientemente lejos, porque no se aboca a la cuestión de por qué
adornar estos conceptos con el ropaje alquímico de los Rosa Cruces. ¿Cuál es la relación entre la
Francmasonería y la fraternidad Rosa Cruz?.
La primera mención que tenemos, conectando la masonería y los Rosa Cruces, data de 1638, sólo
veinticuatro años después de la aparición del primer manifiesto Rosa Cruz, la Fama Fraternitatis en 1614.
Esta mención aparece en el libro Muses Threnodie de Henry Adamson, publicado en Edimburgo, y contiene
también la primera referencia escrita sobre la palabra del Masón:
«For what we do pressage is not in grosse,
For we be brethren of the Rosie Crosse;
We have the Mason word and second sight,
Thing for to come we can foretell aright.»
(Pues lo que decimos no es material,
ya que somos hermanos de la Rosa Cruz.
Poseemos la palabra del Masón y la clarividencia.
Lo que va a suceder podemos predecir exactamente.)
El hecho de que se establezca una conexión entre la Masonería y Rosa Cruces que es uno de los más antiguos documentos que se refieren a la Masonería, aparte en de las Old Charges , es muy significativo. Demuestra
que desde sus primeros comienzos la Masonería incluía un componente místico o espiritual, muy distinto de sus aspectos laborales artesanales.
Escapada los límites de este ensayo trata de la historia, la ideología y simbolismo de la fraternidad Rosa Cruz
en sus diversas manifestaciones. Y han escrito sobre esta materia numerosos investigadores mejor calificados. Recomendamos su especialmente en los libros de Melntosh y Yates. Lo que nos interesa, en este punto, que se motivó que tuvieron nuestros antepasados masónicos para incluir este grado en el sistema escocés.
Quizás lo mejor explicación es la que propone Colim Wilson en su prefacio al libro de Cristopher McIntosh sobre los Rosa Cruces: «Esta (al ser humano ha de dirigirse aquél interior, a un mundo verdadero que siente que existe en sus propias profundidades), en mi opinión, explica porque en los Rosa Cruces siguen ejerciendo su dominio sobre la mente occidental. No es porque seamos irremediablemente ingenuos, ni porque nos gusta creer fantasías absurdas en una leyenda, como la de Christian Rosenkreutz, nos parece adivinar lo que deberíamos ser y lo que podemos llegar a ser».
El mismo Christopher, explicándole a Wilson, llegó a escribir el libro, le relató que «Tenía la intención de examinar los Rosa Cruces simplemente como un curioso fenómeno histórico, sin esperar en realidad que contuviera enseñanzas con ninguna profundidad o coherencia. Desde entonces, no sólo ha cambiado mi actitud -me he vuelto mucho más favorable a lo oculto- sino que descubrir en mis investigaciones que las ideas Rosa Cruz es mucho más profunda de lo que me había imaginado, y que contiene algún valioso y coherente. Así que podría decirse que este libro ha sido una importante experiencia vivida. Me enseñó que tarde o temprano, quien estudia estas materias desde un punto de vista académico llega un punto en que debe decidir si va a adoptar una posición favorable o negativa».
En otras palabras, el rico contenido simbólico del grado, la manera en que penetra hasta las raíces de nuestro ser espiritual, proporciona una ocasión incomparable para plantearle al Masón interrogantes que generalmente ignora en su vida diaria. Los problemas de su propia naturaleza, de la posible transformación que él mismo tiene que experimentar, la transmutación de tosca materia a luminosa esencia.
Transformación interior
En el grado XVIII el Masón encaró un potente simbolismo. Quién haya tenido una educación cristiana
recibirá el impacto emocional del aparente paralelismo entre la ceremonia masónica y sus creencias
religiosas. Otros, aunque no participen de esa experiencia, no pueden quedar indiferentes a los fuertes
contrastes entre las distintas partes de la ceremonia, las transiciones de tinieblas a luz, de duelo a júbilo, de
la más profunda desesperación a la alegre camaradería de la cena compartida.
El mensaje que transmite el simbolismo de este grado tiene múltiples niveles y constituye un desafío para la
imaginación del candidato. Lo incita a hacer un esfuerzo y explorar los procesos interiores ilustrados por las
circunstancias descritas en la liturgia del grado.
En este sentido, un comentario de McInstosh es revelador. Buscando una explicación para el hecho que la
primera edición de la Fama Fraternitatis incluía en el mismo volumen otro trabajo, titulado Reforma General
y Universal de Todo el Mundo (estrato de una obra del italiano Trajano Boccalini : Noticias del Parnaso ),
McIntosh escribe: «Andraea puede haber sacado la cuenta que, al publicar la Fama junto con la Reforma
General, estaba indicando que una reforma interna, dentro del corazón y mente de los hombres, debe
anteceder a la reforma exterior, y que el relato de la Fama hay que entenderlo de esta forma».
Es decir, desde un comienzo, el autor o autores de los manifiestos Rosa Cruces querían dejar claro que el
primer paso para la reforma del mundo debe necesariamente ser la reforma del espíritu, que es
precisamente el postulado del grado XVIII de la Masonería, correctamente entendido.
Esta invitación a la introspección y la meditación aparece prescrita específicamente en algunos rituales del
grado XVIII usados hasta hoy. Sea como fuere, aunque el ritual no especifique un periodo de meditación,
cualquier reflexión seria sobre el esoterismo del grado conducirá en forma ineludible al Caballero Rosa Cruz
por el camino del ejercicio espiritual, incitándolo a concentrar sus pensamientos y su voluntad, para
descubrir y hacer consciente la luz que arde en su interior, identificándose con ella hasta alcanzar la
experiencia mística.
Una parábola sufí
Sahir Erman crea colación una parábola frecuentemente citada por los sufís del Islam, pertenecientes a la
secta «Bektashis».
«El hombre alcanza la verdad atravesando cuatro puertas: que la primera es la «Sherlat», es decir, la religión interpretado al pie dela letra. Los que se detienen en este punto pueden ser creyentes, pero están lejos de concebir la verdad escondida en la revelación divina. La segunda en puerta es la «Tariquat», el hombre que la atraviesa encuentra sobre un «camino» o vía que le indica los medios de interpretar en forma esotérica la revelación divina. La tercera es la puerta de la habilidad personal, la «Marifet».
Entrando por esta puerta, el hombre ya adquirido suficiente erudición, pero debe aprender ahora a continuar por sí mismo, sin necesidad de un maestro; es decir, de alcanzar cierto grado de transformación espiritual. La cuarta puerta, finalmente, es la de la «verdad», «Hakikat».
asando por esta última puerta, donde el hombre que ha seguido el largo camino que lo conduce a su
transformación espiritual, descubre por fin la verdad oculta en toda las religiones. Esta no puede ser sino
una verdad única, ya que Dios mismo es único».
Conclusión
No cabe duda que el Rito Escocés, al ofrecer el grado Rosa Cruz a sus adeptos, está solamente abriendo una
puerta. No todos aprovechan la oportunidad para mirar adentro y sumergirse en este campo de estudios. Lo
que importa es que la oportunidad existe. Este, en resumen, es el método masónico y la filosofía de la
Orden en toda su estructura: poner las herramientas en manos del hermano, y dejar que trabaje con ellas
según su capacidad y desarrollo. Sin presión, ni premio alguno, aparte del progreso a 1° superior, que trae
aparejados nuevos desafíos.
Restringir la explicación del grado XVIII a una paráfrasis de la Pasión es no sólo simplista y acaso
irreverente, sino que ignora el complejo simbolismo contenido en el grado y el propósito de su inclusión en
la escala de ascenso espiritual configurada por los grados del Rito Escocés. Una mayor comprensión de sus
dimensiones esotéricas enriquecerá al hermano como individuo y a la Orden en general.
FUENTE: https://scg33esp.org/wp-content/uploads/2016/12/Zenit-n14.pdf
Categorías:MASONERIA