Los antiguos legisladores del Código Masónico Cubano, al adoptar los Antiguos Límites de la Fraternidad como las Leyes Fundamentales para el gobierno de la Gran Logia de Cuba, inscribieron a este organismo en el concierto de la Masonería Regular Universal (Según los patrones establecidos por la Gran Logia Unida de Inglaterra). Entre estas normas está la que prohíbe el debate de asuntos políticos o religiosos en las logias.
Debe considerarse que en la época en que se adoptaron estos principios, en la Isla regia el pluralismo socio-político-económico, y existían suficientes espacios en donde abordar dichos temas, lo cual no aplica en la Cuba “socialista” actual, en la cual el régimen considera que todos los aspectos de la realidad pública cubana son resultado de la gestión gubernamental, es decir, invade el terreno político.
La prohibición antes mencionada, vino como anillo al dedo al régimen castrista, que tomó dicha exclusión como justificación “legal” para prohibir a los masones inmiscuirse en temas que el gobierno considera de su exclusiva incumbencia; como lo es el desastroso estado en que se encuentran la educación, la salud, la economía, y la asistencia social, entre otras.
No obstante, al considerar los fines de la Francmasonería, que son: disipar la Ignorancia, Combatir el Vicio e Inspirar Amor a la Humanidad, surge la pregunta, ¿Cómo pueden los masones acometer estos deberes si a la Institución se le niega el derecho a incidir en su entorno social? ¿Resulta procedente prohibir a los masones tratar en logia aspectos por los que atraviesan los propios masones como parte que son de la nación?
Además, considerando que para ser masón se necesita ser un buen ciudadano; es decir, alguien que vele y ponga en práctica sus derechos civiles y humanos, entre los cuales está el conocimiento y desarrollo de la política, la economía, y la educación seguidas por el gobierno del país; la prohibición de tratar estas cuestiones en las logias, constituye una incoherencia y un despropósito de los fines y principios de la Institución, lo que traerá graves consecuencias al desarrollo futuro de la Masonería.
Si hasta el presente, la prohibición de discutir asuntos políticos en las logias constituía una conveniencia, tanto para el régimen como para quienes, en distintas épocas, han dirigido los destinos de la Gran Logia de Cuba; en las paupérrimas condiciones actuales que prevalecen en Cuba, y las crecientes protestas populares que se producen en la Isla, ello constituye una apostasía que niega que mancha la historia y tradiciones masónicas universales.
El masón cubano está obligado a tratar, investigar y la discutir las realidades por la que atraviesa la nación, y a contribuir como ciudadanos al progreso de la propia Institución, y del país en general, para lo cual resulta insuficiente emitir una tímida declaración ante las detenciones y violencia desatada por el régimen contra manifestantes pacíficos el 11 de julio de 2021.
Hoy, más que nunca, la Masonería cubana tiene la obligación de sustentar los principios de LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD, y ser parte de la solución de la angustiosa situación por la que atraviesan los cubanos.
Nace en La Habana, 1941. Especialista geotécnico. Ingresó en la Masonería en el año 1984, y fue proclamado Gran Canciller del Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba 2005. Presidiò la la Academia Cubana de Altos Estudios Masónicos desde 2005-2011. Cumplió sentencia como preso político en las prisiones de La Cabaña, Isla de Pinos y Melena.
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