¿Avaricia o codicia?

En el momento presente con la corrupción como uno de los grandes protagonistas, uno de los temas de debate es el relativo a su fuente, su origen, al menos, psicológico. Dos palabras aparecen como recurrentes: avaricia y codicia. Son palabras muy próximas en su significado pero distintas.

Según el Diccionario de la Lengua española, avaricia es el «afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas». En cambio, codicia es el «afán excesivo de riquezas.»

En ambos casos, se tratan de afanes, deseos, impulsos que tienen por objeto las riquezas. Las diferencias se sitúan, en primer lugar, en el cómo se hacen realidad tales impulsos. En el caso de la avaricia, es un deseo «desordenado». En cambio, de la codicia nada se dice, sólo que es «excesivo». Sin embargo, también el exceso está presente en la avaricia. Es más, se podría decir que el afán desordenado es, en sí mismo, un exceso. Así como también lo es el deseo de atesorarlas. En este punto, no parece que pueda existir una gran diferencia. Tanto la avaricia como la codicia son afanes de excesos. Son excesos respecto de lo que es el deseo ordinario de las personas ordinarias. El exceso de la avaricia es, además, desordenado. Ambos son excesos respecto de lo ordinario, como digo, pero el avaro es desordenado. El codicioso será, en cambio, ordenado.

Son afanes excesivos que se proyectan sobre la riqueza. Exceden lo ordinario. La segunda diferencia podría situarse en el para qué. La avaricia es el afán excesivo para atesorar. En relación con la codicia, nada se dice. El codicioso no parece que pretenda atesorar su riqueza. Quiere disfrutar de ella. El avaricioso, parece, que su afán se ve satisfecho con el mero hecho de «reunir y guardar dinero o cosas de valor», que es el significado de la palabra atesorar. El codicioso no se satisface con el mero hecho de reunir. Quiere algo más. Es algo implícito. Está subyacente. El codicioso tiene que atesorar si quiere disfrutar. El codicioso es un «disfrutador» de riqueza. El avaricioso no. Es un «disfrutador» de reunir riqueza, no de disfrutar de los beneficios derivados de la explotación de las riquezas.

El término codicia es más genérico que el de avaricia. Este último introduce dos matices que no están presente en el otro. Es más, todo avaricioso es un codicioso. Todo avaricioso tiene un afán excesivo de riqueza. Los dos matices están en el desorden del impulso y en la finalidad o destino de la riqueza deseada. En el caso del codicioso, hay orden en la satisfacción de su impulso pero no sabemos el destino. En el caso del avaricioso, el avaro, hay desorden y la satisfacción radica en la pura tenencia de las mismas. El puro hecho de tener es fuente de disfrute. En el caso del codicioso, se desconoce pero se puede suponer que, para no incurrir en la avaricia, le dará otro destino.

Todo avaricioso es un codicioso pero no todo codicioso es un avaricioso. Mientras que el orden o desorden del impulso es más discutible, al final, la única diferencia relevante radica, como digo, en si a la riqueza atesorada o reunida se le da un destino fuente de satisfacción o de placer más allá del mero hecho de su acumulación. Para el avaro, sólo la tenencia es fuente de placer. Para el codicioso, que no quiera incurrir en avaricia, precisará algo más, deseará, afanará mucho más.

La corrupción puede tener un origen psicológico tanto en la avaricia como en la codicia. No sabemos cuál es el destino que a la riqueza atesorada quieren darle los corruptos. Hay un afán excesivo de riqueza. Hay codicia, en sentido amplio. Que luego de lugar a la avaricia o a otro afán, dependerá de cada caso.

FUENTE> https://andresbetancor.blogspot.com/2014/12/avaricia-o-codicia.html

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