EL SIMBOLISMO DE LA CALAVERA EN LA MASONERÍA …“Tomaron, pues, a Jesús y, cargándole la cruz, salió hacia el lugar llamado Cráneo, en hebreo Gólgota, donde lo crucificaron”… Juan: 19, 17-18
Heredera de la Ciencia Sagrada de los Constructores Antiguos, quienes desarrollaron su Arte en forma independiente como consecuencia de la División de las Castas, ocurrida en una época difícilmente determinable de la remota antigüedad, una época, sin embargo, posterior a la llamada “Edad de Oro” del presente Manvantara1, la Masonería es una Organización Iniciática Tradicional Regular de Misterios Menores. El desconocimiento supino de esta verdad ha condenado a la inmensa mayoría de los masones actuales a la total incomprensión de la HEREDAD que han recibido.
Ante la casi total ausencia de verdadera instrucción TRADICIONAL, han florecido las imposturas caracterizadas por la DESACRALIZACIÓN y PROFANACIÓN de los Símbolos Sagrados, banalizados hasta la caricatura y convertidos en tristes excusas de “moralización” y “sentimentalismo” característico de las mentes PROFANAS que se han adueñado de ellos como consecuencia de la infiltración en nuestros Augustos Misterios de individualidades INCIÁTICAMENTE DESCUALIFICADAS.
Esta situación, por enojosa que resulte, no puede impedirnos rescatar la siempre viva llama de LA VERDAD que late secretamente en nuestros Símbolos y que pugna por transmitir su mensaje Trascendente a aquellos que -todavía- “tienen ojos para ver y oídos para oir” pese a la ominosa oscuridad que les rodea constantemente, y que ha penetrado incluso en nuestros sagrados Templos bajo la forma de “filantropía”, “filosofía”, “moral” y otras tantas cosas no menos PROFANAS.
Para esos pocos que SABEN que detrás de toda esa trama de imposturas e incomprensión, la Masonería esconde celosamente el verdadero SECRETO INICIÁTICO, que siempre estará a salvo de la “indiscreción de los profanos…”-incluso si estos han logrado infiltrarse subrepticiamente en la mera especulación exterior y administrativa-, creyendo ser Masones sin lograrlo JAMÁS no importa cuántos grados y dignidades usurpen; para esos pocos BUSCADORES DE LUZ, dedicamos esta pequeña obra, cuya comprensión escapará completamente -lo sabemos bien- a todos aquellos que se empeñan en diseminar el error y la mentira y que están tan muertos espiritualmente como aquello que representa el símbolo que aquí comentaremos… “Et lux in tenebris lucet et tenebrae eam non conprehenderunt…” 1
Con este término se designa en la Tradición Hindú a una Edad de una Humanidad, gobernada por un Manu o legislador Primordial el cual ha recibido diversos nombres en otras formas tradicionales: Minos en Grecia, Menes (entre los egipcios), Numa (para los romanos), son algunos ejemplos de la Universalidad de este conocimiento. Un Manvantara es un ciclo cósmico mayor con duración de 64.800 años, dividido a su vez en 4 ciclos menores llamados Yugas, al final del último de los cuales -Kali Yuga- nos encontramos en la actualidad.
LA CALAVERA Su sola imagen provoca un sentimiento de rechazo y miedo, quizás hasta una especie de mórbida fascinación a los ojos profanos. ¿Acaso hay un símbolo que represente más adecuadamente y a primera vista a la Muerte que la figura de un cráneo, cuyas vacías cuencas parecieran en algún momento mirar a quien se encuentre ante su inmóvil presencia?, es una imagen que pareciera decirnos: “Ahora eres lo que fui, pero algún día serás lo que soy”, haciendo de esa frase una sentencia inapelable. Es un hecho harto conocido que el cráneo ha sido siempre un poderoso recordatorio visual de un acontecimiento inevitable como la muerte.
Su uso generalizado ha pasado por santos y anacoretas cristianos, -como instrumento de Memento Mori-, hasta las tradiciones orientales como la Hindú y la Tibetana. La omnipresente calavera parece destinada a jugar el papel de psicopompo2 virtual para aquel que medita adecuadamente en su significado… En la técnica Ritual de carácter Teúrgico y mágico, el cráneo humano constituye un elemento fundamental.
Al respecto nos explica el reverendo padre Jean De La Croix: “…universalmente, el cráneo es el símbolo del mundo de los muertos, y el emblema gráfico de la propia muerte. Es el Centro de Llamada Terrestre” 3. Quiere decir entonces que dicha figura representa aquello que ata a lo material, lo finito, lo determinado, lo formal, lo no perdurable; en una palabra, nos encierra en el campo relacionado con energías de carácter psíquico y por lo tanto de naturaleza inferior. Éstas constituyen un verdadero obstáculo que el Iniciado debe franquear para obtener la Realización Espiritual.
Debido a los elementos de naturaleza sutil que subsisten en los restos fúnebres, por ejemplo, aquello que es llamado en la Tradición Hebrea Ob ( )עבo Hálito de la osamenta, es posible lograr diversos efectos dentro del mundo corporal. Esta es también la razón de las momificaciones y otros ritos funerarios, que buscan más (al contrario de lo que se piensa comúnmente) la tranquilidad de los vivos que la de los muertos…4 En relación con tales “efectos”, nos dice De la Croix: «(…) el cráneo es un verdadero conmutador psíquico que permite al Iniciado “despertar” una de las ramas de la inmensa comunidad de “cáscaras astrales” del Mundo Sutil y hacer penetrar su Volición o Voluntad consciente dentro de lo que nos permitimos llamar “El Egrégor de la sombra”»5.
Pese a que abundaremos en ello a lo largo del resto de nuestra exposición, es necesario aclarar desde ya, que se entiende por “Psicopompo”, (del griego ψυχοπομπός) a la entidad simbólica encargada de transportar o acompañar las almas de los muertos a lo largo de su viaje por el “inframundo”, es decir, a través del pasaje por las modalidades inferiores del campo de la manifestación sutil o “mundo intermediario”. 3 Jean de la Croix -(Se trata obviamente de un pseudónimo)-. “MANUAL DEL EXORCISTA”. Editorial Obelisco. 4 Ver: René Guenón, “EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS”, Cap. XXVII, y “EL ERROR ESPIRITISTA”, Cap. VII 5 Op. Cit.
Esta última expresión que hemos resaltado en el texto, es una de las tantas maneras de referirse a la porción de la individualidad que más se ve afectada por la “animalización” o “inversión” característica de la manifestación individual humana, si bien el término “egregor” es aquí muy impropio y de clara raigambre ocultista. A tal respecto, ver: René Guenón, “INICIACIÓN Y REALIZACIÓN ESPIRITUAL”, Cap. VI
También nos expone el “padre De La Croix” que el Ara de los templos, o la Antimensión del Rito Bizantino 6, DEBEN CONTENER RELIQUIAS CORPORALES procedentes de santos, bajo pena de eliminar la eficacia de la Liturgia. Es pues necesaria la presencia de la “cápsula”7, la cual actuará entonces como “condensador” psíquico aportando a la construcción (al Templo) una estructura semejante a la de un ser completo, constante de Soma (el edificio, la estructura), Psique (la cápsula) y Pneuma (la Influencia Espiritual comunicada por el Rito). Añade De La Croix, tomando como ejemplo el Ritual de Exorcismo Cristiano, que «en la operación ritual debe concretizarse al Espíritu del Mal con el fin de actuar mejor sobre él».
Pareciera, pues, que cuanto más caído espiritual y moralmente esté el individuo dueño del cráneo, más vinculado estará éste al mencionado “Egrégor de la Sombra” permitiendo que la Voluntad del Iniciado penetre en la Ciudad Tenebrosa o la Babilonia Infernal para realizar el trabajo de Purificación desde su misma raíz. Esta afirmación puede ser incluso peligrosa y deberemos volver sobre ella muy cuidadosamente en el transcurso de nuestra exposición.
Sin embargo, cualquiera que esté familiarizado con el lenguaje alquímico, descubrirá de inmediato la evidente analogía entre esta postura aparentemente “teológica” y la simbología propia de la primera etapa de purificación mediante el descenso ad inferus propio del Nigredo u “Obra en Negro” presente en el simbolismo masónico de la “Cámara de Reflexión” y resaltado por el V.I.T.R.I.O.L.
FUENTE: https://pdfcoffee.com/el-simbolismo-de-la-calavera-en-la-masoneria-4-pdf-free.html
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