POR MARIO DAVID MEX ALBORNOZ EN HISTORIA DE YUCATÁN
Publicado originalmente en Unicornio. Suplemento Científico y Cultural del periódico Por esto! el domingo 9 de agosto de 2015
Introducción
En muchos lugares se ha avanzado bastante en el estudio de la historia de la Masonería, siendo esta institución parte fundamental en la construcción de países, sociedades, gobiernos e instituciones en diversas regiones del continente americano y de otras partes del mundo. No obstante, todavía falta mucho por conocer sobre esta organización, rodeada muchas veces de mitos y leyendas que poco o nada contribuyen a su comprensión. Dado que ha estado vinculada a muchos procesos históricos, políticos y culturales en muchos lugares, al analizar su devenir es posible entender mejor la historia de las sociedades. En México se han dado pasos significativos para estudiar la historia y su impacto en la sociedad mexicana, aunque en muchas regiones hace falta trabajar en este sentido.
Muy pocos estudios se enfocan en analizar desde el punto de vista histórico a la Masonería, pero por fortuna para la historiografía se ha empezado a tomar en cuenta esto desde hace ya un tiempo. Algunos trabajos han mencionado la participación de dicha organización en los procesos de difusión de ideas previos a los procesos de independencia en la zona y también que fue una organización que posibilitó el tránsito hacia una sociedad que dejaba atrás poco a poco el antiguo régimen colonial. Cuando una investigación tiene que abordar el siglo XIX invariablemente aparecerá la participación o influencia de las logias masónicas en ese periodo, ya sea en el momento de la Reforma liberal o las etapas posteriores, como el Porfiriato.
Durante el siglo XX, el periodo revolucionario significó una reorganización de la Masonería en todo México. Aunque por lo general se considera que el Porfiriato fue una etapa de declive, al iniciar la Revolución varias de las aspiraciones de la sociedad (democracia, libertad política, separación Iglesia-Estado) surgieron de nuevo con fuerza, encontrando un espacio de difusión en las logias que trabajaron entre 1911 y 1940, aproximadamente. En esos años, la Masonería cobró auge. La Revolución Mexicana fue el escenario de una nueva era en donde se crearon nuevas logias, aumentó el número de sus integrantes y los talleres realizaron labores culturales, políticas y sociales que influenciaron a la sociedad yucateca.
Diversos grupos sociales e instituciones de todo tipo se desenvolvieron participando en varias acciones que buscaron transformar la sociedad mexicana de las primeras décadas del siglo XX. Como una institución parte de la sociedad en la que nació, siendo un sector que contó siempre con una amplia tradición en la realización de actividades culturales y políticas, la Masonería no quedó al margen de los cambios sociales que se sucedieron a raíz del proceso revolucionario. Cabe señalar que muchos de sus miembros más destacados participaron en el movimiento social iniciado hacia 1910, involucrándose en actividades como el periodismo, la política y la administración de gobierno.
También existieron miembros de la institución masónica que estuvieron laborando en beneficio de la cultura, la educación y las artes. El proceso revolucionario que comenzó en las primeras décadas de la centuria pasada ocasionó que muchas de las inquietudes y proyectos que no tenían lugar en el orden porfiriano, o que no habían podido llevarse a cabo en su totalidad bajo las instancias sociales que regían durante el gobierno de Porfirio Díaz, encontraran en los inicios de la nueva sociedad que se estaba formando, un contexto favorable para su realización. Algunos de los preceptos del liberalismo mexicano del siglo XIX, como el laicismo y el racionalismo, los cuales habían quedado truncos en muchos aspectos, se retomaron por varios grupos y líderes que pertenecieron a la Masonería y que a su vez ocuparon cargos de responsabilidad en la administración gubernamental que fue reorganizada.
La Masonería en Yucatán a principios del siglo XX
Desde luego, Yucatán, como parte de la República Mexicana y compartiendo varias características con el resto de la sociedad mexicana, se vio influido de diversas maneras por las consecuencias de la Revolución. Además, en el mismo interior de la sociedad yucateca, como producto del desarrollo histórico de la región, emergieron cambios sociales y proyectos educativos y políticos que a consecuencia de la alteración del orden social porfiriano, pudieron alcanzar un lugar aceptado en la sociedad y vincularse a acciones de gobierno que a su vez, les dieron cabida e impulso.
Es en esta coyuntura histórica de principios del siglo XX cuando la Masonería en Yucatán comenzó a reorganizarse como no lo había hecho en varias décadas; quizás inclusive desde el siglo XIX no se habían presentado modificaciones en la estructura política, social y económica de la sociedad yucateca que generaran un reordenamiento de la Masonería en el estado y que del mismo modo, hicieran que algunos grupos y personajes de dicha institución, trataran de concretar proyectos que daban gran importancia a una serie de aspectos que se consideraban necesarios para el progreso de la sociedad.
Consecuencia de la implementación de una nueva constitución en 1917, que retomó varias ideas, proyectos y acciones del liberalismo decimonónico, se reformuló en Yucatán la educación pública y laica, que pretendía socializarse. Pero esto significó, en dicho sentido, un concepto de laicismo que iba más allá de la pedagogía y que pretendía circunscribirse también en las prácticas de gobierno y en otros aspectos de la vida en sociedad.
En parte, la Masonería yucateca auspició el desarrollo de la cultura, el estudio de la filosofía y de una instrucción que se basara en el racionalismo y el laicismo, como medios para que los individuos y la sociedad se educaran. Este fue un proyecto que se basaba en la ciencia y que importantes miembros de la organización masónica difundieron en su interior y hacia el resto de los yucatecos. Por ejemplo, en un nivel interno, hacia 1916 la Masonería yucateca creó y divulgó una revista titulada “El Nigromante”, que se publicó mensualmente hasta 1918, cuando tuvo su continuación en otra revista llamada “El Partenón”. Ambas publicaciones fueron parte de la reorganización de la Masonería yucateca en aquellas primeras décadas del siglo XX.
Tanto “El Nigromante” como “El Partenón” fueron ediciones que se encargaban de propagar, al parecer sólo en el interior de la propia Masonería yucateca, aquellos eventos que los grupos masónicos efectuaban y los personajes de los que se componían. Varias actividades culturales y educativas que se realizaron tuvieron cabida en estas revistas. Se divulgaban trabajos y certámenes literarios, proyectos educativos, discursos y reuniones en los que se debatían temas de actualidad y los cambios que afectaban a la sociedad yucateca. Por ejemplo, en su número 9, correspondiente a enero de 1919, la revista “El Partenón”, que se publicaba cada mes como su antecesora y se denominaba “Órgano de la Masonería en Yucatán”, publicó la convocatoria y los trabajos ganadores del Segundo Certamen Literario Masónico de Yucatán, el cual fue convocado en octubre y se concretó en diciembre de 1918.
La Masonería en Yucatán es una institución que tiene aproximadamente dos siglos, desde que a principios del siglo XIX se conformaron las primeras logias (también llamadas talleres) en el estado. Esto sucedió antes de la Independencia. Desde entonces han laborado una gran cantidad de logias masónicas, organizaciones paramasónicas, al igual que otros grupos vinculados a la fraternidad masónica, hasta llegar a nuestros días, en pleno siglo XXI. Más de doscientos años aproximadamente han sido los que han transcurrido desde que comenzó la Masonería en tierras del Mayab. A lo largo de todo este tiempo, han estado en ella una buena cantidad de personajes célebres.
La Masonería yucateca ha tenido momentos diversos a lo largo de su Historia. En el periodo que va de 1912 a 2015, más de un siglo de existencia, un gran número de logias masónicas han poblado Yucatán. En sus momentos de más auge, llegaron a existir más de 28 logias activas en el estado. Además de las que trabajaban en Mérida, existían otras en Progreso, Peto, Valladolid, Motul, Dzidzantún, Espita, Tizimín y Tekax, por lo menos. Al paso de los años muchas de estas logias todavía persisten hasta el día de hoy, un logro que pocos han conseguido y más cuando se habla de las de mayor antigüedad. La Masonería yucateca ha pasado por diferentes ciclos de vida y sus integrantes han variado al paso de los años.
El caso de la logia “Estabilidad”
La logia “Estabilidad” se fundó el 3 de mayo de 1922, en una época en la cual se estaba reorganizando la Masonería en Yucatán. También, en ese momento la sociedad yucateca, como parte de la sociedad mexicana, estaba inmersa en un proceso de transformaciones políticas, culturales, sociales e históricas: la Revolución Mexicana. Entonces, muchas de las logias yucatecas albergaron en ellas a personajes que se distinguieron de una u otra manera con su participación en los procesos que propició dicha Revolución.
De acuerdo a los datos históricos, quienes promovieron la creación de la logia “Estabilidad” fueron integrantes de la Gran Logia “La Oriental”, tiempo antes de que se creara la Gran Logia Unida “La Oriental Peninsular”. A principios del año 1922, personajes entre los que se encontraban Dimas Carabias, Pedro Cárdenas Álvarez, Antonio Pérez Ramírez, Luis P. Mendaro, Manuel Amábilis y Pedro García Argáez determinaron dar nuevos bríos a la Masonería yucateca e integrar los primeros pasos hacia la creación de un nuevo taller. Estos iniciadores son los que el día de hoy consideramos los que posibilitaron la existencia de “Estabilidad No. 17”.
El 16 de diciembre de 1922, se llevaron a cabo las primeras elecciones en la logia “Estabilidad”, que nació llamándose “Estabilidad No. 12”. Quienes conformaron esta logia fueron: Dimas Carabias, Santiago Espejo Valladares, Antonio Pérez Ramírez, José J. Sumárraga, Miguel J. López, Luis Gamboa A., Juan Saad, Luis P. Mendaro, Ramiro Novelo, Ernesto Sosa Moguel, Luis A. Escalante, Pedro García Argáez, José Esteban Blanco y Enrique Gil Sorribes.
Según un documento producido por esta logia, fechado al 1º de enero de 1923, se formaron las comisiones de Relaciones, Justicia, Hacienda e Intereses morales e Instrucción. Además de los que integraron el primer grupo de “Estabilidad”, cabe indicar que también fueron parte del nacimiento de este taller los siguientes personajes: Pedro Cárdenas Álvarez, Manuel Amábilis, Manuel Poot S., Cornelio Cárdenas Samada, Santiago Delgado, Pablo Nieto Leiva, Alberto Gazque A., Germán Struck, José Vascos Novo y Francisco E. Ulloa. Los miembros integrantes de la logia “Estabilidad” al nacer ésta, eran un total de 24. También, la logia “Estabilidad” tenía vínculos de amistad con la logia “Ignacio Ramírez No. 20” y “Castelar No. 2”, ambas de México, D.F. y con la logia “Mazatlán No. 37”, del oriente de Mazatlán, Sinaloa.
Si bien nació con el número 12, la logia “Estabilidad” fue variando su numeración a lo largo de los años, debido a la creación de nuevas logias. Desde el año 1929, la logia “Estabilidad” ya aparece con el número 17, entre los talleres que persisten desde entonces en la Gran Logia Unida “La Oriental Peninsular”, bajo esa denominación, quedando constancia de que trabajaba los lunes a partir de las 8pm. En posteriores trabajos iremos mostrando datos significativos acerca de la historia de esta asociación.
FUENTES CONSULTADAS
El Partenón. Órgano de la Masonería en Yucatán, editado por “La Oriental”. Año I, núm. 9, enero de 1919. Mérida, 1919, Imprenta Constitucionalista.
Hijos del Mayab. Publicación mensual. Órgano de “La Oriental Peninsular» de Yucatán y Quintana Roo. Mérida, Yucatán, México. Época I. Septiembre 1º de 1929, número 3.
Logia “Estabilidad” No. 12. Cuadro de miembros numerarios y garantes de amistad de esta logia, constituida en la jurisdicción de la gran logia de “Valle de México” para el año de 1923.
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