Algunos consideran, es por tanto una especulación, que la Masonería practica un ritual solar. «Solar» como un ritual activo, extrovertido y occidental, mientras que un tipo de ritual «lunar» sería receptivo, interno y oriental.
Existen escuelas de iniciación que miran hacia adentro, pero la Masonería celebra los solsticios y esa es una mirada hacia afuera. No significa que esté desprovista de aspectos lunares; sin embargo, su enfoque principal es la mejora de la humanidad. Tiene sentido, entonces, que la Masonería se preocupe por los solsticios.
La trayectoria del Sol (visto desde la Tierra) se detiene antes de invertir su dirección. Estos movimientos se convierten en metáforas y analogías que armonizan la vida masónica.
Durante miles de años, las escuelas de misterios y los mitos enseñaban sobre el ciclo de la vida. Cuando el ser humano superó la superstición, se dió cuenta de que los dioses no movían el sol, sino que la forma en la que funcionaba la naturaleza era autárquica. La humanidad aprendió cómo rige para su beneficio. Aprendió a alejarse del miedo y a explorar.
Los mitos y las escuelas de misterios se convirtieron en espacios donde estudiar no solo lo que había sucedido en el mundo, sino en lugares de contemplación de las razones de la existencia de la humanidad.
Las escuelas de misterios y los mitos se desvanecieron a la luz brillante de religiones, más dogmáticas y directivas, que transformaron el concepto de Luz.
En el hemisferio occidental, se asoció a personas arquetípicas como Jesús, la «Luz del mundo»; o el profeta Muhammad, quien dijo: «Yo soy la luz de Allah y todo proviene de mi luz».

Los dioses de todos los lugares habían estado asociados con el Sol o la Luz, pero esta era fue el comienzo de una época en que se comenzó a asociar la Luz con la Luz de fuentes divinas.
A medida que el cristianismo se extendió, incorporó muchas culturas, (como ya había hecho el Imperio Romano), conquistando con la asimilación en lugar de con la dominación de los ciudadanos.
En esta asimilación, muchas “fiestas” y “días de los santos” se integraron ocupando los días de las celebraciones paganas.
Dos de las figuras más importantes de la religión cristiana, son San Juan Evangelista (Juan de los evangelios, uno de los primeros discípulos de Jesús) y San Juan Bautista (heraldo de la venida del salvador cristiano, quien reconoció al “hijo de Dios” y lo identificó ante el mundo).
Nuestra especulación continúa aquí. Estos dos Juanes son arquetipos en los que la Masonería ha albergado ciertos ideales y, quizás, enseñanzas más esotéricas.
Juan el Bautista es una personalidad ardiente, que usó agua para limpiar a las personas para la llegada de «la Luz Verdadera». Era verbal, expresión del elemento aire y, sin embargo, la terrenidad de este hombre del desierto, lleva a la gente a la fe. En otras palabras, era un hombre elemental, lleno de vida de este mundo material. Brilló durante el punto más avanzado del año, la época de más Luz en el mundo material. Es el arquetipo de la expresión material en su forma más elevada.
Sin embargo, Juan el Evangelista es un reflejo de la enseñanza de su maestro, alguien que tomó la Luz y la transmutó en pensamiento: un erudito, alguien para quien el pensamiento creaba la vida. Representa los aspectos mentales de la humanidad, el momento en que la contemplación y la reflexión son necesarias para lograr el progreso. Él era la energía de la Luz transferida al pensamiento y en su forma más pura, la Mente. Donde Juan el Bautista representa la Evolución (actuar), Juan el Evangelista representa la Involución (reflexionar).
Estos dos Juanes son los límites del círculo del logro humano – máxima involución y máxima evolución: el espíritu se convirtió en palabra y la palabra se convirtió en espíritu nuevamente.

Lo observamos cuando los dos están mostrados junto a un círculo con un punto en el centro exacto. Este centro es el punto de Luz pura dentro de la forma humana, a partir del cual se logra el equilibrio perfecto de la humanidad.
Las influencias de la naturaleza continúan empujándonos hacia nuevas formas de pensar, nuevas influencias. Nos alejan, acaso, de los avatares y arquetipos de una época anterior.
Las imágenes varían y quizás se volverán aún más abstractas en su significado a medida que avancemos. Los seres humanos seguirán mirando a la naturaleza y necesitarán mirar a la naturaleza para comprender su propio progreso.
Tal vez, estos arquetipos de Involución y Evolución cambiarán en otra era, y los símbolos de la Masonería cambiarán con ellos.
Por ahora, estos dos Santos Juan hacen guardia en los momentos más altos y más bajos de la Luz, recordándonos que ambos bordes del espectro son necesarios para que se logre el progreso y se comprenda la naturaleza.
FUENTE https://www.glse.org/noticia/San-Juan-Evangelista-y-la-Masoneria/355
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