MASONERIA

(Gran Logia de Cuba); Un quinquenio de preocupaciones sociales (parte I)

En el presente trabajo se realiza una aproximación inicial a las diversas temáticas que ocuparon los editoriales de esta revista entre los años 1920 a 1924, reflejo de las preocupaciones y valores que defendió la masonería en el período y de la línea de pensamiento que la institución propugnó.

El quinquenio 1920-1924 para la institución fraternal está caracterizado por el aumento de la membresía masónica nacional, lo que encontró el rechazo de algunos de sus fundamentales miembros por considerar que con la cantidad se perdía en calidad; «la vieja guardia almeidista no era partidaria de crecer en cantidad, sino de preservar la calidad de los miembros de la Orden. Criticaban fuertemente la tendencia a admitir con facilidad a personas que para ellos podían aun ser dudosas o cuya cultura moral mostrara lagunas visibles»9. El tema de la calidad de los iniciados fue parte de las contradicciones y debates internos de la institución en esta etapa.

El crecimiento en miembros y su consecuente reflejo en las finanzas de que pudo disponer la institución en el período permitieron, entre otras actividades, la reparación y construcción de nuevos talleres masónicos en todo el país. Aun así en el quehacer de la masonería, al igual que en toda la sociedad cubana, se reflejó la crisis económica que padeció el país en estos años; la masonería sufrió las consecuencias de las malas políticas administrativas de los gobiernos de turno. La institución no estuvo ajena a la situación económica, política e ideológica internacional, la que, como regla, se manifestó en una concepción de desarrollo evolucionista y no revolucionaria ante la realidad social imperante.

Entre 1920 y 1924 la unidad de la masonería nacional peligró, perturbando con ello el posterior desarrollo de la misma; este proceso afectó su prestigio nacional e internacional, pues una de las características de la masonería cubana es su tendencia unitaria nacional como cuerpo masónico; sin embargo en el año 1921 se produjo un avance en el camino de mantener la unidad de la masonería cubana tras haber acogido la Gran Logia de la Isla de Cuba a las dieciséis logias del Gran Oriente Nacional de Cuba y del Serenísimo Gran Oriente que habían solicitado su adhesión a este cuerpo10.

La aceptación de estas logias sirvió de justificación para que seis logias orientales, fundamentalmente de Santiago de Cuba, pidiesen su separación de la Gran Logia de Cuba. La documentación referente al proceso cismático está ampliamente reflejada en la revista, donde no solo se expusieron los criterios de la Gran Logia, sino que en ella se le dio espacio a los manifiestos y proclamas de los talleres orientales. Por la importancia que tiene reconocer el contexto interno en el que la masonería cubana se hallaba en el período, consideramos conveniente detenernos en este aspecto.

En el editorial de septiembre de 1921 titulado El Cisma. Documentación. Se da a conocer a los lectores el origen, evolución y los criterios de ambas partes. El escrito referido presenta una extensión aproximada de veintiséis páginas. El mismo comienza por reproducir el telegrama dirigido al Gran Maestro por las logias en cuestión, poniendo en su conocimiento su voluntaria separación del cuerpo que este dirigía; publicaba además el comunicado en el que los talleres separatistas explican sus motivos para tal paso; estos se justificaban a partir de considerar:

• Exuberantes los gastos de la Gran Secretaría.

• Hallarse en mal estado la Biblioteca y sus fondos.

• Que el asilo La Misericordia no era nacional y los orientales no recibían los beneficios del mismo; sin embargo al aceptar su dirección la Gran Logia debía destinar fondos económicos al mismo.

• Que la negativa del Alto Cuerpo a contribuir con la construcción de un Hospital de Emergencias en Santiago de Cuba, juzgando que era responsabilidad del Ayuntamiento local, era injusta.

• Que la aceptación de las logias dependientes del Gran Oriente Nacional de Cuba y el Serenísimo Gran Oriente, Espurias, era improcedente.

• Que el proyecto de ley que limitaba el uso de los fondos particulares de cada taller, el tesoro de las logias, era infortunado. La mencionada ley se había votado en la Alta Cámara y fue apoyada solo por el autor de la misma, tiempo antes de la protesta de los talleres de Oriente.

• Que las nuevas regulaciones sobre la naturaleza de los diputados a la Alta Cámara -las que disponían la participación en ella del Venerable Maestro y los dos Vigilantes de cada taller en sustitución de los «apoderados»-era injusta, pues les resultaba imposible asistir dada la lejanía, el costo económico y la obligada dejación de las responsabilidades personales.

• Que los diputados del interior regresaban desilusionados del trato recibido en la capital del país cuando asistían a las sesiones de la Alta Cámara.

Es criterio generalizado que el origen real de este movimiento fue el regionalismo de los talleres en cuestión y la decisión de la Gran Logia de no contribuir a la construcción del mencionado Hospital de Emergencias.

Tras un período de negociaciones fueron separadas de la Gran Logia de la Isla de Cuba las logias Fraternidad, Prudencia, Humanidad, Oriente, LOasis, y Santiago de Cuba; todas de Santiago de Cuba; junto a ellas también fueron separados los talleres Jiguaní de Jiguaní, y Sol de América, de La Maya, quedando por propia voluntad y reiterada manifestación, separadas definitivamente de la Gran Logia de la Isla de Cuba, no sin que esta agotase, para evitarlo, cuanto humanamente ha sido posible11.

En este período, la masonería cubana se dio a luchar por la consecución práctica de las conquistas sociales alcanzadas en la constitución de 1901 y en la defensa de lo ya logrado, entrando en franca contradicción con otras instituciones, cuando no directamente con el Estado cubano.

La masonería se enfrentó a proyectos de leyes y prácticas habituales que contradecían el espíritu de la laicidad del Estado y el reconocimiento pleno de los derechos individuales, como fueron los casos de su lucha por la aprobación y con posterioridad la preservación de la Ley del Divorcio y contra la validez del matrimonio religioso. La Iglesia Católica en numerosas ocasiones discordaba con los postulados y objetivos que persiguió la Orden en estos años; la agudización de las contradicciones en el terreno de la práctica social -en especial en relación con los criterios de desarrollo de la familia y la educación- entre la Iglesia Católica y la institución masónica caracterizan a este quinquenio

FUENTE; https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-12432013000100003

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