LOS MASONES Y LA BANDERA CUBANA

CUBA BANDERATomado del libro “La Bandera, el Escudo y el Himno de Cuba ”Sociedad Colombista Panamericana Por: Hon:. Hno:. Enrique Gay Calbó. La Habana 1956. La Bandera de Narciso López

La actual bandera de Cuba fue obra exclusiva del Narciso López, ex militar español nacido en Venezuela.

Narciso López, casado con Dolores Frías, hermana del prócer cubano conde de Pozos Dulces, residía en Cuba el año 1847 cuando organizó una conspiración. Conocida con el nombre de la Mina de la Rosa Cubana, que al ser descubierta lo forzó a salir para el extranjero. En los Estados Unidos, continuó sus esfuerzos, auxiliado por muchos cubanos.

5e encontraba en Nueva York el año 1849, y en los primeros días de junio, durante una de las reuniones opio- efectuaban los conspiradores en la casa de huéspedes donde vivía como emigrado el poeta Miguel Teurbe Tolón, habló ante sus amigos de la bandera de Cuba republicana.

Estaban sentados alrededor de una mesa Narciso López  el poeta Teurbe Tolón, el novelista Cirilo Villa­verde, el joven Manuel Hernández y algún otro que no ha sido mencionado.

El general López tomó de la mesa unos lápices de colores y trazó su bandera de la Mina de la Rosa Cubana. Invito después a Teurbe Tolón a que copiara con su habilidad de dibujante una nueva bandera en que había pensado. Así lo hizo el poeta, y como todos aprobaran entusiasmados la obra, con las explicaciones que de ella había hecho el General, el futuro jefe de la revolución cubana hizo llamar a la esposa y prima del dibujante, la joven matancera Emilia Teurbe Tolón, para rogarle que trasladara al lienzo aquel dibujo. Poco tiempo después volvió la juvenil costurera con su trabajo terminado. Era una bandera de pequeñas di­mensiones. Fue en realidad un modelo. Medía diez y ocho pulgadas de largo por once y media de ancho. Tenía en la parte del asta un triángulo equilátero rojo de once pulgadas. En el centro del triángulo se hallaba una estrella pentagonal con una de las puntas dirigida hacia la parte libre de la bandera. Constaba también de cinco franjas o listas de igual ancho, tres de ellas azules y dos blancas. Tanto el azul como el rojo eran brillantes, fuertes. Hizo Emilia Teurbe Tolón su bandera con cintas de seda, unas blancas y otras azules, y con un retazo de tela roja.

La bandera de Narciso López tiene significación y  origen masónicos indudables. El triángulo equilátero rojo, con la estrella, es del cuarto grado de la Masonería. El número 7 se encuentra dos veces en la bandera, y ya es sabido el valor simbólico de ese número. Las listas y la estrella blancas significan la pureza de los ideales ma­sónicos, como lo eran asimismo los de los revolucionarios cubanos. En la estrella pentagonal están los llamados cinco puntos de perfección de la Masonería: Fuerza, Be­lleza, Sabiduría, Virtud y Caridad. En cuanto a los números, hay además la circunstancia simbólica de que están incluidos el 3, el 5 y el 7, que tienen una repre­sentación ideológica definida. Por otra parte, el trián­gulo es acaso la figura geométrica de mayor interés por­que evoca la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad que defienden todos los pueblos libres, y también es una síntesis de altos e indeclinables deberes masónicos. Era natural que asiera fuera, pues tanto Narciso López como todos sus compañeros y colaboradores en aquella aventura pertenecían a la Fraternidad universal.          La bandera de Emilia Teurbe Tolón fue copiada en el tamaño llamado heroico por señoritas de Nueva York y de Nueva Orleans, para su distribución entre las tropas revolucionarias. Ese primer modelo de 1849 se conserva hoy como reliquia sagrada en un salón de honor del palacio pre­sidencial, por donación del Fondo Cubano Americano de Socorro a los Aliados, el que la adquirió del señor Nar­ciso Villaverde, hijo del ilustre novelista. Presidía el Fondo el coronel del Ejército Libertador y doctor Cosme de la Torriente.

La propia esposa de Teurbe Tolón trajo a Cuba, por encargo de Narciso López, un ejemplar de su bandera, o el mismo primer modelo, hacia fines de 1849. La escondió en un pequeño cojín, y ya en la Patria la hizo reproducir y circular entre los conspiradores. De Emilia Teurbe Tolón se sabe que permaneció en Matanzas, su ciudad natal, hasta que en marzo de 1850, fue expulsada del país por las autoridades españolas, y que se llevó hacia Nueva York la bandera dentro del cojín. Llegó la bandera a Camagüey, a Las Villas, a Oriente, y se mul­tiplicaron sus copias. Así fue posible que los revolucio­narios camagüeyanos de Joaquín de Agüero y los villa­reños de Isidoro de Armenteros tremolaran el pabellón de la estrella solitaria, y que aparecieran numerosos ejem­plares en todas las provincias.

El 19 de mayo de 1850 fue enarbolada en Cuba, por primera vez y en una acción de guerra, la bandera creada el año anterior y aceptado entre todos los cubanos. Las tropas expedicionarias llegaron en el vapor Créole y al mando del general López tomaron  la ciudad de Cárdenas. La insignia flotó en la casa de gobierno de la población y en los lugares donde se situaron los invasores. No creyó el general Narciso López prudente estar en Cárdenas mucho tiempo sin la cooperación esperada, y decidió por la tarde abandonar el territorio cubano. Uno de sus más decididos compañeros, el patriota Juan Manuel Macías, arrió la bandera de la casa de gobierno y al reembarcarse la conservó en su poder.

Ese histórico pabellón es hoy la reliquia más valiosa del salón de sesiones del Senado de la República, por donación del doctor Manuel Sanguily Arizti, su último poseedor.

Es una bandera de seda que tiene las mismas pro­porciones que la confirmada como oficial en 1906, igual que sus colores. El azul es fuerte y el rojo vivo. El triángulo es equilátero y las cinco franjas o listas son de un ancho igual. Sólo la estrella está colocada en forma diferente, pues una punta se dirige hacia la parte del asta. Sus dimensiones son de dos metros de largo por ano de ancho. Al retornar en una nueva expedición el general Narciso López, en agosto de 1851, trajo una bandera con igual dibujo, pero más parecida en sus proporciones al modelo original de Emilia Teurbe Tolón. Los de Cama­güey y Las Villas, con Agüero y Armenteros, la tremola­ron también. Y en  lo sucesivo no fue otra la bandera de los cubanos. El año 1854 la portaba para su intento libertador el heroico Francisco Estrampes. En las casas de los separatistas emigrados la bandera de la estrella so­litaria era el adorno más visible. Cuando estalló la re­volución de 1868, los villareños y los camagüeyanos acudieron a la pelea con ese pabellón, aunque en La Demajagua se hizo flamear otro distinto. Le dio pleno carácter oficial un organismo que re­presentaba al pueblo de Cuba en armas. La Cámara (le Representantes, en sesión del día 11 de abril de 1869, acordó que se enarbolara sólo una bandera. “puesto que una es la causa que todos defendemos, y uno solo ya el Gobierno de toda la Isla”, según afirmó el insigne An­tonio Lorda. Después de la Guerra Grande, en la Guerra Chiquita, durante la Tregua y en la definitiva lucha comenzada en 1895 por el apostolado de José Martí, fue una misma la bandera de Cuba.

Terminada la Guerra de Independencia, flotó la ban­dera cubana en todos los lugares donde se albergara el Ejército Libertador, aunque no en los edificios públicos, en los que estuvo la de los Estados Unidos desde el pri­mero de enero de 1899 hasta el 20 de mayo de 1902.

Durante esos años fue izada nuestra bandera, con carácter oficial, en tres lugares diferentes: el 5 de no­viembre de 1900, en un asta colocada en el edificio del teatro Irijoa, hoy Martí, al ser inauguradas las sesiones de la Convención Constituyente; el día 11 de mayo de1902, en el Morro de La Habana, cuando hizo su entrada el vapor Julia en que venía don Tomás Estrada Palma para tomar posesión de la Presidencia de la República; y en la fecha de la proclamación por el Congreso del nuevo Presidente, el 15 de mayo de 1902, en el edificio del antiguo Apostadero de la Marina, donde estaba la Cámara (le Representantes, sede hoy del Ministerio de Educación.

 

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