LA MASONERÍA; SUS RELACIONES CON LA TEOSOFÍA

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Uno de los muchos intentos de definir qué es la masonería es el que dice que no es una religión, ni un partido, ni un sindicato, ni una academia, si bien tiene un poco de cada, todo ello bajo un sistema de perfección humana a través de unos rituales iniciáticos que hacen de la francmasonería una sociedad evidentemente discreta, que no secreta[i].

La solidaridad y ayuda mutua entre sus miembros es un principio masónico que justifica la existencia de la Orden. La masonería no fue una sociedad Cooperativa de socorros mutuos; aunque ayudarse entre sus miembros era una norma fundamental que la heredaron desde la Edad Media, donde la masonería operativa[ii] de los constructores de catedrales la convirtieron en una ley de oro. Escribe Ferrer Benimeli:

«Allí donde se acometían obras de alguna importancia se construyen logias, y a su alrededor habitaciones convertidas en colonias o conventos, ya que los trabajos de edificación duraban años. La vida de estos trabajadores estaba reglamentada por estatutos, cuyo fin principal era lograr una concordia indispensable que convergiera la acción de las fuerzas unidas[iii]».

La masonería exige de sus miembros la creencia en Dios y el respeto y cumplimiento de una ley moral que une al ser humano, a pesar de su diversificada condición. Ese sentido espiritual cobra carta de naturaleza por sí mismo dentro de la logia, donde se invoca al Gran Arquitecto del Universo como el Ser Supremo al que van encomendados los trabajos de perfección y filantropía que tienen lugar en la Orden.

La leyenda, ritual y simbolismo de esta institución es riquísima, esotérica y de una indudable belleza. Hunde sus raíces en los albores de la Historia y cumple dos etapas fundamentales: la época medieval y la contemporánea. Esta última, en España, tiene su época de oro en las dos últimas décadas del siglo XIX. Los supuestos en los que se basó la revolución de 1868 y la ley de Asociaciones de 1887 fueron el caldo de cultivo necesario para que emergiera una masonería variopinta y exuberante.

No es la francmasonería un partido político a pesar de que algunos estudiosos del tema apuesten por una masonería beligerante y combativa en el campo político. En este sentido todo un derroche —sin precedentes— de esfuerzos propagandísticos han mantenido infundados contubernios a capa y espada durante el período franquista. Hasta no hace demasiadas fechas se ha escrito sólo la «pornografía» de la institución, con claros detractores o apologistas, y siempre poniendo la Historia al servicio de una ideología concreta. Sin embargo es necesario aclarar que la masonería tiene una ideología inspirada en la libertad y en los derechos del hombre. Su razón de ser pasa por un planteamiento de fraternidad ante todos los hombres, basándose en unos ideales de igualdad, justicia y paz.

La Orden tiene una ideología que en muchos aspectos coincide —tal vez por razones puramente coyunturales históricas— con la del liberalismo. Sin embargo, resulta difícil saber si la masonería influye en el ambiente sociopolítico, o más bien es el ambiente el que influye en la masonería. Además, no se puede hablar de una sola masonería. Su pluralismo en cada uno de los países y en cada uno de los períodos históricos toma connotaciones diferentes e incluso contradictorias (propias de una sociedad tan múltiple y diversa).

De la misma forma, tampoco se puede, ni debe, confundir masonería con logia, ni ésta con los masones. Pues cuando se habla de ciertas actuaciones políticas de algunos masones tenemos que cuestionarnos si esos masones están actuando como masones o como políticos de partido o simplemente como miembros de cualquier otra institución, ya que no hay ninguna razón para que sus actuaciones se tengan que estudiar exclusivamente bajo el prisma masónico[iv].

La masonería, por encima de todo, quiere ser una reunión de hombres que creen en Dios, que respetan la moral natural y quieren conocerse y trabajar juntos a pesar de la diversidad de sus opiniones religiosas y su afiliación a confesiones o partidos más o menos opuestos. El artículo segundo de la constitución del Gran Oriente Nacional de España, una de las Obediencias masónicas más influyentes en la reciente historia de la Orden en la península, reza así:

«Son sus principios la moral universal y la ley natural, dictadas por la razón y definidas por la ciencia; reconoce al Ser Supremo, no admite más diferencia entre los hombres que el mérito y el demérito; a nadie rechaza por sus creencias u opiniones, dejando a todos en libertad de su respectiva creencia en religión o política y no consiente debates[v] sobre estos temas»

La identificación que esta proclamación de principios tiene con la teosofía es palpable. Ninguna doctrina ni opinión, sea quien sea quien la enseñe o mantenga, liga en modo alguno a ningún miembro de la Sociedad Teosófica o de la masonería, pues todos son libres de aceptarlas o rechazarlas. Los miembros de la Sociedad Teosófica están ligados entre sí por sólidos lazos de mutuo respeto y amplia tolerancia, a la vez que por una aspiración única: la investigación de la verdad, donde quiera que se halle.

Decía Roso de Luna que entorno a la fraternidad universal gira el único dogma de masonería y teosofía. Y su labor será unir a los hombres, sintetizar las ideas, comparar y unificar las ciencias todas en suprema poligrafía y accesible a todos, «labor diametralmente opuesta a todos los sacerdocios del mundo que tantas guerras han ocasionado entre la inocente humanidad»[vi] .

Un gran estudioso del tema, Esteban Cortijo, entiende que es un error pensar que la teosofía es una religión. La masonería tampoco lo es. Ambos son «movimientos» que pertenecen a la Historia de los hombres, siempre abiertos a nuevas perspectivas y luchando por una idea básica: la fraternidad y ennoblecimiento del género humano.

  1. Mario Roso de Luna siempre creyó que hitos como la Revolución Francesa o la Reforma Luterana eran un intento liberalizador de la humanidad de cadenas como el militarismo político y el dogmatismo religioso o verdaderas causas por las que la Teosofía estuvo olvidada y que constituyen un esencial núcleo de combate en las logias masónicas. Masonería y teosofía tienen una meta de desarrollo humano y una religión de raciocinio en detrimento de una fe impuesta por otros, rémora, según aquellas, del librepensamiento, al que tiene derecho, como tal, el hombre.

La mayoría de los teósofos no han sido políticos activos —que pueden serlo— aunque siempre han defendido y votado a los grupos progresistas y liberales[vii]. Al igual que en la Orden del Gran Arquitecto del Universo no se preguntaba a sus aspirantes acerca de sus opiniones religiosas ni políticas, pero en cambio, se exige a todos, antes de su admisión, la formal promesa de respetar las creencias de los demás miembros.

La lucha en contra de cualquier dogmatismo siempre ha traído complicaciones ideológicas e incluso leyendas negras. Masonería y teosofía fueron calificadas de esotéricas, sin duda, en la medida exacta en la que la mente humana no las aceptó o entendió. A ambas instituciones se las calificó de ocultas y se las impugnó de secretas y conspiradoras. Dice Alee Mellon

«La Masonería no hace más que usar de un derecho (como si de una asociación se tratara), considerando privados y confidenciales, por consiguiente, sus trabajos. No obstante, cuanto menos use de este derecho, mejor prosperará en el porvenir, ya que alimentará menos las sospechas y las acusaciones calumniosas»[viii] .

No han faltado, incluso, francmasones, que asegurasen que teosofía y masonería se complementan. Sin embargo, parece cierto que los puntos de contactos se reducen a analogías en sus fines y tendencias humanitarias, y a relaciones amistosas entre sus miembros. Madame Besant escaló hasta los puestos más altos en el escalafón de grados masónicos, trabajando incansablemente por su difusión y fundando en Adyar la logia Rising-Sun (Sol Levante). Más aún, uno de los acontecimientos que han marcado la historia de la obediencia masónica llamada El Derecho Humano, en el presente siglo, ha sido la tentativa de los medios teosóficos de Annie Besant para insuflar su religión a las logias mixtas[ix]. Dice Mellor a este respecto:

«Se vio una logia introducir en su ritual incluso la «Ofrenda a los Elementos», es decir a los seres inmateriales encargados de desempeñar un papel en un «Plano» supra terrestre.

Para algunos, el famoso conde de Saint-Germain vivía siempre, y un sillón vacío, al lado del ocupado por el Venerable de la logia, le estaba reservado… Su «doble», se aseguraba, incluso acudiría a sentarse. Se reaccionó, y en 1925 y 1926, el Supremo Consejo declaró solemnemente «falsas las afirmaciones relativas a las relaciones de la obediencia con la teosofía»[x] .

Ciertamente en libros de actas y repertorios bibliográficos sobre temas o bibliotecas teosóficas siempre aparece la palabra «masonería» al lado de otros estudios y ensayos filosóficos, espirituales, etc. En la teosofía hay una familiaridad grande con la francmasonería[xi], pero ello no supone, de modo alguno, una identificación de ambas instituciones. Temas como el ritual y el simbolismo abren un camino, dentro de objetivos comunes como la fraternidad universal, muy diferenciado entre ambas.

La masonería especulativa comienza en el siglo XVIII y la teosofía en el XIX con la creación de la Sociedad Teosófica. Ambos movimientos aunque atribuyen una gran antigüedad a sus orígenes, mezclándose incluso con el mito y la leyenda, en realidad tienen una vigencia —como entidad— reciente.

La palabra teosófica no hubiera pasado de ser un vocablo para designar ciertas corrientes filosófico-religiosas antiguas, si en el siglo XIX no hubiera habido un movimiento de tipo espiritualista que la puso de moda en ciertos ambientes del momento. A imitación de la francmasonería, la Sociedad Teosófica, ha instituido ciertos juramentos. Por uno de ellos, todo el que aspira a ser recibido como miembro de una secta, bajo palabra de honor en nombre de su Ego inmortal, se obliga a llevar una vida teosófica, extirpando los vicios y defectos de su anterior existencia.

Toda Sociedad Teosófica está dividida en dos grandes categorías: sección esotérica y exotérica. La enseñanza exotérica se da, al menos en muchos de sus colegios, universidades y escuelas, por medio de cursos, conferencias y exámenes. Los que obtienen los grados siguen las tres etapas de aspirantes aprobados, aspirantes admitidos y directores.

La iniciación procede de una iluminación interior, de la que los símbolos resultan ser el vehículo. El esoterismo no es la posesión de ciertos secretos reservados, sino el arte de ver las cosas desde dentro: es una óptica espiritual[xii]. El propio vocablo «esoterismo» ya no tiene la significación que le daban los antiguos. En general estos términos, lejos de servir para designar las obras de los filósofos, sus doctrinas privadas y secretas, son un complemento del exoterismo; de cualquier forma, la distinción es puramente pedagógica.

No obstante, por desprovista que estén teosofía y masonería de la garanía de los misterios antiguos, y hasta del confuso encanto de una magia en vías de «desocultación, la concepción del simbolismo iniciático es de una gran armonía y belleza plástica. El principio del espíritu que se cobija en el ritual masónico es el de que existen verdades demasiado profundas para ser expresadas con palabras, ni siquiera mediante conceptos.

Ambas instituciones guardan una inmejorable similitud en expresiones y giros lingüísticos dentro del ritual. Hay ciertas frases de salutación y despedida en cartas y documentos oficiales que suponen un verdadero núcleo de encuentro en cuanto a la simbología y liturgia.

¿Fue todo esto tan difícil de entender por los profanos? ¿En qué medida las tergiversaciones ideológicas influyeron en la trayectoria de teosofía y masonería? Contestar estos interrogantes supone previamente un estudio global e interpretativo que todavía está de por hacer.

Lo que es innegable es que masonería y teosofía supusieron, en último término, la oposición a un mundo que vivía de los viejos fantasmas políticos, religiosos y sociales. Lógicamente la pugna con elementos reaccionarios y religiosos se estableció desde el primer momento, no faltando insultos, calumnias y alardes de bravura. Escribe H.P. Blavatsky:

«Los teósofos han sido acusados de infieles y hasta de ateos frecuente e injustamente con lo cual se ha incurrido en un grave error, especialmente en cuanto conviene a esta última, porque poco lugar le queda al ateísmo en una Sociedad importante, formada por miembros pertenecientes a tantas razas y nacionalidades diferentes; en una asociación en que se deja a cada cual en libertad de creer en lo que uno prefiera y de seguir o no la religión en que uno ha sido educado y ha nacido[xiii]».

Corroborar este párrafo es poner a Mario Roso de Luna como ejemplo. Sólo bajo los repetidos asaltos de la ciencia y el progreso, cuya consecuencia ha sido en muchos casos la rebelión frente a la reacción, es cuando la Iglesia comenzó a perder terreno. Roso de Luna, heterodoxo donde los haya en su forma de proceder, pensar y actuar, supone en un estudio conjunto de masonería y teosofía un ineludible paradigma.

Tomado de Teosofía y Masonería. Pensamiento y obra de Roso de Luna. Págs. 243-248

[i] Cfr. FERRER BENIMELI, J.A.: Masonería española contemporánea, Madrid, ed. Siglo XXI, 1980, v. I o , p. 19.

[ii] Diferente a la masonería especulativa, que tras fundarse en 1717, se extendió progresivamente por todo el mundo.

[iii] FERRER BENIMELI, J.A.: «Qué es la masonería», Rev. Historia 16, Extra IV, noviembre de 1977, p. 7.

[iv] Cfr. FERRER BENIMELI, J.A.: El contubernio judeo-masónico-comunista, Madrid, ed. Istmo, 1982, p. 345.

[v] Boletín Oficial del Gran Oriente Nacional de España, 15-30 de Agosto de 1896, p. 7.

[vi] CORTIJO PARRALEJO, E., O.C. p. 63.

[vii] Ibidem, p. 79.

[viii] MELLOR, A.: Le encrucijada de la masonería, Barcelona, ed. AHR, 1968, vol. 2o , p. 201.

[ix] Mixtas porque El Derecho Humano es la única obediencia masónica que afilia a hombres y mujeres indistintamente.

[x] MELLOR, A.: vol. Io , p. 239

[xi] Junto a elencos de Astronomía, Magia, Hipnotismo, etc, aparecen en las bibliotecas teosó- ficas de masonería. Cfr. por ejemplo AHNS leg. 68-T

[xii] Cfr. MELLOR, A.: o.c.vol. 2°, p. 201

[xiii] BLAVATSKY, H.P.: Los orígenes del ritual en la iglesia y en la Masonería, Barcelona, Impr. Clarase», 1929, p. 5.

 

Dayanelys Vázquez.

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