
Por Demolay
La legislación masónica que da sustento a las Obediencias Regulares se respalda en los Landmarks o Antiguos Límites de la Francmasonería, de donde se obtiene que éstos constituyan fuentes del derecho masónico. La lista de “Antiguos Límites” presentada por el Dr. Albert Gamaliel Mackey es sin duda la más reconocida y aceptada, pero también es la más controversial en el seno de la Orden debido, esencialmente, a su inconsistencia. Habrá de admitirse que no hay unidad de criterio entre los tratadistas de la Masonería acerca de la unicidad, definición y determinación de los citados Límites.
Algunos autores, como José González Ginorio , sostienen que un precepto solo debe ser aceptado si es efectivamente antiguo en la tradición gremial de la Masonería; en contraste con esta opinión, muchos de los enunciados del doctor Mackey no son evidentemente Antiguos Límites o Landmarks, por la sencilla razón de que no son antiguos, sino modernos, como es el caso de todos los enunciados que Mackey refiere a la Gran Logia y al Gran Maestro, ya que la Gran Logia —y en consecuencia el Gran Maestro— son una construcción jurídica de las Constituciones de 1723. Nunca antes de esta fecha las Logias fueron gobernadas por federaciones denominadas Grandes Logias, y por tanto, no tuvo antes la Hermandad Grandes Maestros, sino hasta después de 1723. Luego de muchas disquisiciones entre los investigadores y comentaristas, entre ellos Walter Cox Learche y el propio González Ginorio, así como los estudiosos de la Research Lodge Ars Quoatour Coronati (AQC), se ha llegado a la conclusión de que el listado de Mackey, si bien es el más famoso y observado, no es sin embargo el que más satisface el espíritu de la verdad, ni tampoco el que más contribuye a la unidad de la Orden.
LOS LANDMARKS Y EL RECONOCIMIENTO
En principio, y antes de citar los Antiguos Límites más coherentes, es menester enunciar que los Landmarks no son leyes ni normas, sino únicamente preceptos que indican:
- Un evento o acontecimiento que ocurrió en el pasado remoto de la Masonería, pero que la memoria humana no puede datarlo con precisión. Se trata de algo que tuvo que ocurrir y que hoy se toma como una línea de conducta a seguir. No necesariamente es algo antiquísimo, sino solo algo que ocurrió, pero que no se sabe en qué momento preciso.
- Una característica que denota peculiaridad de la Masonería y que le define como lo que es, no pudiendo ser de otro modo, ni pudiendo ser otra cosa sino lo que es. Esta característica es una marca, una línea en el tiempo y en el espacio que constituye un punto de partida.
Tanto como evento o acontecimiento y como característica, un Antiguo Límite o Landmarks se constituye en una marca fronteriza que acota la libertad de actuar en sentido contrario a él, ya que nos indica dentro de qué líneas debemos actuar, y hasta dónde podemos llegar sin salirnos del espacio consagrado por los citados Antiguos Límites. Dicho de otro modo, un Landmark marca y define lo que es masónico y lo que no es masónico.
LAS MARCAS O LINDEROS ANTIGUOS DE LA MASONERÍA
Bajo estas consideraciones, paso a citar los preceptos que, por su carácter universal, por su origen remoto y por su índole de inalterabilidad reclaman ser considerados como auténticos e irrefutables Antiguos Límites, Linderos o Landmarks en opinión de estudiosos de la Masonería. Tales son:
- En todo tiempo la Hermandad ha tenido un carácter gremial.
- En todo tiempo las Logias han tenido el carácter de gremios de constructores, albañiles, arquitectos o artífices.
- En todo tiempo ha existido el precepto de que tres o más componen la Logia.
- En todo tiempo el gremio —Logia— ha sido gobernado por un Maestro.
- En todo tiempo ha sido costumbre de la Hermandad la Instalación de su Maestro con rituales y ceremoniales especiales.
- En todo tiempo ha tenido la Hermandad un espíritu religioso (creencia en un Ser Supremo).
- En todo tiempo ha creído la Hermandad en la existencia e inmortalidad del alma.
- En todo tiempo ha tenido la Hermandad espíritu de Fraternidad.
- En todo tiempo la Hermandad trabajo en secreto y ha tenido secretos.
- En todo tiempo ha usado la Hermandad los instrumentos de trabajo del constructor para transmitir simbólicamente enseñanzas morales.
- En todo tiempo ha existido la condición de igualdad entre los masones.
- En todo tiempo ha tenido la Hermandad modos y medios de reconocimiento únicamente entre los masones.
- En todo tiempo los fundamentos de los ritos y ceremonias de la Hermandad han tenido un carácter de inmutabilidad e irrevocabilidad.
- En todo tiempo la Hermandad ha tenido aprendices y francmasones (Fellow-crafts).
- En todo tiempo solo han podido ser miembros de la Hermandad los hombres sanos, bien reputados y de edad madura.
- En todo tiempo la Hermandad ha sellado la adhesión y fidelidad de sus afiliados por medio de juramentos u obligaciones moralmente grabadas.
Muchos otros preceptos o indicaciones pueden agregarse, siempre que se reconozca su antigüedad, inalterabilidad y espíritu universal. Por ejemplo, la Leyenda de Hiram es moderna en el seno de la Masonería especulativa o de aceptación; ciertamente, su contenido simbólico y esotérico es inmemorial, tanto como su enseñanza iniciática y bien podemos ver que se la halla emparejada con símiles en otras culturas y latitudes.
Pero, la Leyenda en sí, tal como le conocemos hoy día, bien pudo haberse incorporado en las Logias con la creación del Tercer Grado, probablemente hacia la primera mitad del siglo XVIII. Junto con la leyenda hirámica se incorporó también el contenido bíblico en que tal leyenda se fundamenta, y es probable que la presencia de la Biblia en los altares de la Masonería se haya hecho obligatoria precisamente por virtud del argumento que da forma al Tercer Grado. No obstante, siendo moderna la leyenda hirámica, constituye sin embargo un formato de universalidad que da forma y define el diseño y contenido escénico y simbólico de los rituales masónicos, especialmente del más antiguo de todos y que constituye el referente de todos los sistemas de ritualidad: el de Emulación.
EL ANTIGUO LÍMITE DEL RECONOCIMIENTO
El punto central de este trabajo es el Reconocimiento en la Masonería, pero no podría tratarse sin antes revisar los Landmarks, ya que el Reconocimiento constituye un Antiguo Límite de la Hermandad. Todos tenemos que aceptar que el reconocimiento es ley del universo, pues los entes en el cosmos se hallan regidos por leyes universales y unos a otros se reconocen por virtud de esas leyes.
La Ley Universal de la Gravedad permite que los cuerpos atraídos se reconozcan; por su parte, las leyes que rigen la sociedad y la conducta humana emanan del reconocimiento, pues éste permite que las personas se sientan atraídas unas a otras, o bien rechazadas.
Entre las Logias —de origen y tradición gremial— la aceptación supone el reconocimiento. Nadie es aceptado ni reconocido como masón sino es con base en el reconocimiento. No es una credencial, un pasaporte masónico o un recibo de pago de cápitas lo que en definitiva permite reconocer y aceptar a un individuo como masón. Si bien los signos de reconocimiento cumplen una función esencial en los códigos de la aceptación o del rechazo, del reconocimiento o del desconocimiento, lo cierto es que el verdadero reconocimiento entre los masones radica en el apego irrestricto a los Preceptos de la Regularidad. Por ello, las Logias antes de abrir sus Trabajos reclaman que éstas se encuentren cubiertas, lo cual implica que los Vigilantes hayan reconocido y aceptado a los presentes como masones. La Regularidad masónica es diferente de la legalidad y de la constitucionalidad de las organizaciones masónicas, y aún de los individuos.
Las leyes no proclaman la Regularidad, sino al contrario, es la Regularidad la que sustenta la legalidad de los actos y organizaciones masónicas. La Regularidad proviene de la observancia de preceptos básicos reconocidos como remotos, inalterables y universales: los Landmarks. Una Logia, o un masón, pudieron haber nacido regulares y, con el tiempo, perder esa cualidad de regularidad por dejar ambos de observar los principios básicos de la Regularidad.
La esencia del reconocimiento no radica en decir palabras o en ejecutar gestos y acciones rituales que actúan como códigos de aceptación, sino en aceptar «al otro» por lo que hace y por la forma en cómo se conduce en la ritualidad, la observancia masónica y en la eticidad personal y social. Por esta razón, un masón es o puede llegar a ser reconocido como tal no por ejecutar signos y tocamientos, sino porque sus hermanos le aceptan como tal, lo cual supone un sentido más profundo del reconocimiento. No obstante, y para efectos prácticos en el ámbito social de las Logias, es de aceptarse que el Landmark que dispone que en todo tiempo ha tenido la Hermandad modos y medios de reconocimiento únicamente entre los masones se refiere esencialmente al reconocimiento aceptado entre las Logias y entre los masones y éste se expresa por medio de signos y tocamientos, así como por otros gestos y actitudes rituales que son propios de las Obediencias.
La universalidad de los modos del reconocimiento no existe, porque cada Gran Logia y cada sistema de Trabajo —The Working—ha llegado a tener los suyos propios, y estos a su vez han llegado a ser reconocidos por las distintas Obediencias regulares. Lo que si es universal es el Reconocimiento en sí. Por ejemplo, entre las formas enseñadas por el Ritual de Emulación, o Rito Inglés, hay diferencias sustanciales con las enseñadas por las Grandes Logias francesas y las que ellas han influido en América latina.
Aún entre las propias Obediencias mexicanas pertenecientes a la Confederación de Grandes Logias Regulares hay diferencias de forma. Incluso en el seno de la Gran Logia Unida Mexicana las hay también en sus diferentes regiones a lo largo y ancho del Estado de Veracruz. Un caso notable de estas diferencias en las formas del reconocimiento entre los masones que forman los Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, lo marcan los acuerdos del Convento Universal de Lausana, Suiza, celebrado en 1875, pues en él los Supremos Consejos reunidos acordaron en una de sus sesiones que cada Supremo Consejo participante quedaba en libertad, no solo de acordar sus propios rituales para cada uno de los treinta grados del Rito, sino también de marcar sus propios modos de reconocimiento ritual o retejamientos. De este modo, resulta difícil aceptar que un masón escocés de Bélgica, Alemania o de los Estados Unidos pueda “reconocerse”, mediante signos y tocamientos, de modo fácil y expedito con un masón mexicano, no solo por las diferencias formales del ritual y del sistema de retejamiento, sino por la habitual nula instrucción de los masones mexicanos.
UNA CONCLUSIÓN
Lo que indudablemente es universal en la Masonería es el Reconocimiento en si como mecanismo de aceptación entre los masones. Sin embargo, los «modos de reconocimiento» no solo son diferentes en forma, sino que se hallan admitidos entre las diferentes Potencias u Obediencias masónicas Regulares en el mundo. Corresponde a cada masón —sobre todo si va a viajar al extranjero— estudiar los diferentes métodos de trabajo masónico —los denominados rituales o ritos— a efecto de poder ser reconocido y después admitido como tal en las Logias que visite. En consecuencia, la Regularidad de los masones y de sus Cuerpos es producto de la observancia de los Antiguos Límites, y esta observancia genera el reconocimiento en el mundo masónico. Pero además, es necesaria la aceptación en la comunidad masónica internacional, y esta deviene de la sujeción a criterios de origen, organización y constitucionalidad.
Las organizaciones masónicas, a diferencia de las personas que forman las Logias, se reconocen como tales, hoy día, gracias a los pronunciamientos de la Gran Logia Unida de Inglaterra de 1929.
FUENTE: https://demolay.wordpress.com/2009/08/30/el-reconocimiento-en-la-masoneria/
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