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Theresa May, primera ministra del Reino Unido, llega este martes a un encuentro con su colega estonio, Jüri Ratas, en el 10 de Downing Street, en Londres. – Fotografía: Will Oliver / EFE)

La crisis hipotecaria ha disuadido a las mujeres británicas de tener hijos. Un estudio del Adam Smith Institute ha estimado en 157.000 el número de bebés que han dejado de nacer por el incremento del precio de la vivienda, desde 2009.

En el Reino Unido, el precio medio de la vivienda ha pasado de 55.000 libras esterlinas, en 1986, a 492.000, en la actualidad.

El mismo estudio concluye que las políticas del Gobierno han contribuido a reducir artificialmente la oferta de viviendas, incluso ahora, que la demanda empieza a aumentar otra vez.

La tasa de natalidad de los hogares de propietarios se ha elevado, mientras la de los hogares de alquiler ha decrecido.

Es lógico: los propietarios tienen mayor confianza en su futuro económico, mientras que los que viven de alquiler, en su mayoría jóvenes, tienen que hacer depósitos de ahorro cada vez mayores –debido al incremento del precio de la vivienda– para poder acceder a una casa en propiedad.

La investigación del Adam Smith Institute demuestra, una vez más, que la crisis demográfica, como cualquier otra realidad del orden social, está conectada con las regulaciones del Gobierno.

A más regulaciones, menos libertad y menos vigor de las instituciones espontáneas como la familia.

(Con la gratitud del editor a Ángel Manuel García Carmona, por la referencia)

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